SEÑOR MÍO,
DADMELO VOS
Es cosa sabrosa hablar del amor, ¿qué será
tenerlo? ¡Oh, Señor mío, dádmelo Vos! No me vaya yo de esta vida hasta que no
quiera nada de ella, ni sepa amar más que a Vos, ni ponga mi amor en nadie,
pues todo es falso, porque lo es el cimiento, y por eso no dura el edificio (C
41, 1).