“¡Oh mi amor!, ¡mi dulce Amor!, ¡mi único y solo Amor! ¡mi divino, infinito y eterno Amor! ¡Yo te amo con tu mismo amor! Y ansío y anhelo vivir ¡no más que de tu amor! ¡amándote y haciéndote amar! Mas, no sólo ¡cada día más, sino cada instante más! Oh fuente perenne de gracia y de amor, de inefable amor, de infinito y eterno amor, de dulzura, de paz, de bondad, de ternura y de ¡misericordia infinita! Mi Cielo, mi Sol, mi Luz, mi Guía, mi Bien, mi Rey, mi Esposo adorado, Vida de mi alma y alma de mi Vida.
Oh mi Dios, mi único y mi todo. Todo es nada para mí, tú eres todo para mí ¡y yo soy toda para ti! ¿Quién hay en el Cielo y en la tierra para mí, fuera de Ti? Y, qué me importa más de mí ¿si no es de ti?
Tuya soy en la vida y en la muerte, en el tiempo y en la eternidad. Con el Corazón de María yo te amo y adoro aquí, ¡dentro de mí! mi corazón sólo late por ti. Sí sólo un deseo tengo yo Rey mío, absolutamente uno: “vivir en un acto ininterrumpido de amor, de abandono y de confianza sin perder ni un solo instante tu presencia, y ver y procurar que todos te amen”. ¡Vivir y morir de amor!
¡Ah! yo te amo con el amor del Padre y del Espíritu Santo, y me abismo, sumerjo, entrego y abandono para siempre en el océano infinito de ¡tu infinito amor! Prefiero morir mil veces antes que pecar, porque te amo sobre todas las cosas. Prefiero morir mil veces antes de dejar de amarte. Prefiero morir mil veces antes que vivir un solo instante ¡sin amarte!
Mi Corazón de Jesús, mi dulcísimo y humildísimo Corazón de Jesús, mi reposo y mi descanso, mi sosiego y mi Bien. Corazón de Jesús lleno de bondad y de amor ten piedad de mí
Corazón de Jesús, ardiente de caridad, ten piedad de mí.
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de mí.
Corazón de Jesús, salud de los que en vos esperan, ten piedad de mí.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en vos mueren, ten piedad de mi.
Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos, ten piedad de mí”.