VIERNES SANTO 2015.- Iglesia
del Salvador de Toledo
Queridos
hermanos:
Acabamos de escuchar el relato de la
Pasión del Señor en esta tarde del Viernes Santo. ¿Quién de nosotros no se
conmueve por dentro ante tanta crueldad y maldad mostrada hacia Nuestro Señor
Jesucristo, él que es manso y humilde corazón?
¿Quién no se mueve a compasión al ver al
Justo juzgado y ejecutado como el peor
de los criminales?
¿Qué ser humano es tan insensible que no
se estremece al escuchar el griterío del pueblo judío diciendo: “Crucifícale,
crucifícale” y pedir la libertad de un criminal en vez de la de Jesús?
¿Quién es el que no tiembla ante las
palabras pronunciadas por todo el pueblo: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y
sobre nuestros hijos!?
¿Quién es el que no se consterna ante la
cobardía de un procurador cuya justicia es injusta y conociendo la inocencia
del preso, lo entrega a la masa sedienta de sangre para que lo crucifiquen?
¿Quién no siente como hechas a uno mismo
las bofetadas, los salivazos, los golpes, la flagelación, las burlas y los
insultos de la tropa ebria y ansiosa de diversión?
¿Quién no siente un dolor profundo que
le atraviesa el corazón al dulce Jesús agonizando, y dirigiéndose a su Madre
entregarle en la persona de Juan a todos sus discípulos, a todos los hombres?
¿Quién no correría a calmar la sed de
Jesús que sediento -pero sediento de
almas- exclama en la cruz: Tengo sed?
¿Quién al contemplar la escena del
Calvario no vuelve a su casa dándose golpes de pecho ante el deicidio que se ha
cometido?
***
Lo alarmante es que sí, hay personas que
no se conmueven ante la muerte de Hijo de Dios. ¡Con qué frivolidad vive el
mundo estos días! ¡Con que superficialidad se asiste a las procesiones y a los
actos religiosos! ¡Con qué falta de fervor
se visitan las iglesias!
Y es que el mundo de hoy, nuestro mundo
del que nosotros somos hijos, es un mundo frívolo, superficial y falto de
humanidad ante el sufrimiento de Dios pero también ante el sufrimiento de los más
débiles e indefensos… ¡Cómo calla el
mundo y todas sus autoridades, y todas las plataformas ecologistas y modernas
ante los crímenes horrendos de nuestros días, ante la masacre de cristianos que
están realizando los yijadistas, ante tantas injusticias sociales de pobreza y
falta de respeto de los derechos más fundamentales! Pero que podemos esperar de
una sociedad que considera avance y progreso el asesinato de los inocentes en
los vientres de sus mismas madres!
***
Jesús pasó por el mundo haciendo el bien
y en cambio no recibió más pago que el desprecio, la traición, el odio y la
muerte… Esta es la paradoja de la historia de Dios con la humanidad tan
bellamente expresada en el canto de los improperios que acompaña la adoración
de la cruz en esta tarde: ¡Pueblo mío¡
¿Qué te hecho? ¿En qué te he
contristado? Respóndeme.
Dios constantemente saliendo a nuestro
encuentro para salvarnos y nosotros constantemente huyendo de su amor y
viviendo alejados de él.
¿Era necesario, Señor, tanto dolor y
sufrimiento? ¿Era necesario que llegaras hasta la muerte y muerte de cruz como
un malhechor por nosotros? ¿En tu omnipotencia, no podías habernos salvado de
otra manera, si con solamente quererlo lo habrías podido hacer? ¿Tú que con tu palabra creaste la luz, el
mundo, la vida, los astros, los seres vivientes, no pudiste realizar así
nuestra salvación y ahorrarte tantos trabajos y sufrimientos?
Es cierto, Dios habría podido salvarnos
con la simple voluntad de hacerlo, pero en su designio amoroso no quiso hacerlo
así. El Padre envío a su Hijo que se hizo hombre para morir por nosotros en la
cruz: “porque no hay mayor prueba de amor que dar la vida por los amigos”.
En el Catecismo se nos preguntaba: ¿Por
qué Nuestro Señor Jesucristo quiso sufrir una muerte tan cruel? La respuesta
decía así: Nuestro Señor Jesucristo quiso sufrir una muerte tan cruel para
demostrarnos su amor y la malicia del pecado?
El Señor quiso dar su vida y aceptó la
muerte por nosotros, por cada uno de nosotros… porque nos ama y nos tiene como
amigos. El Señor quiso dar su vida y aceptó la muerte para mostrarnos la
infinitud de su amor y misericordia, a pesar de nuestro pecado e infidelidad,
porque no hemos de olvidar que la muerte era nuestro castigo, la consecuencia
de nuestro pecado, el fruto de nuestra desobediencia. Jesús quiso cargar con
nuestra muerte, porque el hombre desde el pecado de Adán no tenía otro futuro
que la muerte eterna. El pagó nuestro rescate, su sangre fue el precio de
nuestra redención. Y aquí radica la razón de la muerte de Jesús.
La injusticia que el pecado provoca es
infinita. Para el hombre era imposible salvarse, hacerse agradable a Dios.
Ningún sacrificio hecho por un hombre podría satisfacer la deuda infinita del
pecado. Era necesario por tanto el sacrificio y la oblación realizado por
alguien que fuese Dios y hombre al mismo tiempo. Hombre para que el sacrificio
fuera verdadero. Dios para que el sacrificio fuera infinito… Y esto lo hecho
Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. Esto es lo que hoy celebramos.
Cristo se ha hecho obediente hasta la
muerte y una muerte de cruz. La cruz, instrumento cruel de tortura y muestra de
lo que la maldad del hombre puede llegar a hacer, se ha convertido ahora en la
manifestación plena del amor de Dios y en la causa de nuestra salvación. Por
eso la cruz es adorable para el cristiano, por eso la veneramos y la besamos,
la llevamos colgada sobre nuestro pecho, la ponemos en nuestras casas y en
nuestras iglesias, en nuestras calles, la hacemos sobre nosotros, sobre
nuestros niños y enfermos, sobre nuestro difuntos… Con razón canta la iglesia
en esta tarde: Tu cruz adoramos, Señor;
pues por el madero ha venido el gozo al mundo entero. Oh Cruz fiel, el más
noble de los árboles; ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor, ni
en fruto. ¡Oh dulce leño, dulces clavos los que sostuvieron tan dulce peso!
Queridos hermanos: Hemos sido comprados
por la sangre de Cristo; correspondamos a su amor y glorifiquemos a Dios en
nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, llevando una vida conforme a tan alta
dignidad.