miércoles, 12 de junio de 2024

DÍA DECIMOTERCERO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


DÍA DECIMOTERCERO

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

 

DÍA DECIMOTERCERO

 

El Corazón de Jesús quiere ser amado, más por las obras que por las palabras

Es necesario os convenzáis, que para poseer a Jesucristo y habitar en su Sagrado Corazón, no se debe escuchar a la naturaleza inmortificada, ni a las sugestiones del amor propio. Que grite cuanto quiera; estamos en el Corazón de Jesús, que quiere le amemos con un amor de preferencia a todo.

Ofreceos a este Sagrado Corazón, como una víctima que se presenta a su sacrificador, para ser degollada e inmolada sobre el altar de su puro amor, que debe consumirla como un holocausto con sus divinas llamas a fin de que no le quede nada de sí misma y que pueda exclamar con San Pablo: “No, ya no vivo yo, Jesús es el que vive en mí”.

En Él y por Él obro y su Sagrado Corazón es el que vive y obra por mí, ama por mí y repara todas mis faltas. El Sagrado Corazón desea le sacrifiquéis todo lo que la naturaleza le rehúsa. Si os hace encontrar amargura e inconstancia en las criaturas, es porque os arna y no quiere os apeguéis a nada perecedero, sino a Él solo.

¡Oh, si pudiésemos comprender el ardiente amor que nos tiene, y cuán bueno es amarle y ser todas suyas, despreciaríamos bien pronto todo lo demás para corresponderle, amándole más con obra, que con palabras!

La virtud no está en hacer bellas reflexiones y resoluciones, ni en decir buenas palabras, sino en hacer buenos propósitos y buenas obras. De lo contrario, las reflexiones no sirven sino para mayor condenación. Sed fiel en vuestro interior y dad a Dios lo que le habéis prometido.

Nuestro corazón es tan pequeño, que no pueden caber en él dos amores y no habiendo sido criado sino para el divino, no puede hallar reposo cuando se halla con otro.

Puesto que el que ama es poderoso, amemos y nada nos parecerá difícil. El Sagrado Corazón de Jesús, sabe bien cuanto pasa en el vuestro, y por esto permite vuestras penas. Manteneos en paz, y someteos fielmente a las disposiciones que tenga sobre vuestra alma. Al fin hallareis la victoria y la paz en el Sagrado Corazón. Asimismo él será el premio de vuestras victorias.

 

Consejos para sostener a las almas en los combates espirituales

Es necesario que os preparéis a resistir las tentaciones de vuestro enemigo en presencia de vuestro Soberano, como un soldado que está destinado a un continuo combate. Él mismo será vuestro escudo de fortaleza, teniendo poder para destruirle cuando le agrade. Pero su gloria está en presentarnos al combate, a fin de que haciéndonos triunfar, su fortaleza brille sobre nuestra flaqueza, y halle además en ello motivos de recompensarnos. Puesto que Él se complace en nuestra lucha, complazcámonos nosotros en serle fieles.

«¿Qué tenéis que temer, si este Sagrado Corazón os rodea con su poder, como con un muro invencible a los ataques del enemigo? Debéis mantener en Él vuestra debilidad como en una fortaleza segura, refugiándoos allí, sobre todo cuando os sintáis combatida de vuestros enemigos, que residen en vosotras mismas y que quisieran turbaros con frecuencia con la pena de las pequeñas dificultades, que se os presentan.

«Cuando os halléis tentada, unid vuestro corazón al adorable Corazón de Jesús, y decid: Oh Salvador mío; sed mi fortaleza, combatid por mí; pues no rehúso la batalla con tal que seáis mi defensa, para que no os ofenda, puesto que soy y quiero ser toda vuestra, sin reserva alguna».

«Otras veces decid: ¡Oh Señor, mi corazón en vuestro! No permitáis se ocupe sino de Vos, que sois la recompensa de mis victorias y el sostén de mi debilidad. ¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, confundid a mis enemigos! Dios mío, padezco violencia, apresuraos a socorrerme». Nuestros enemigos no nos molestarían, si no nos detuviésemos a escucharlos y a reflexionar sobre nuestras penas».

Cuando os vengan tentaciones sobre respetos humanos decid interiormente: No, Dios mío, nada haré por respeto a las criaturas, puesto que sólo pretendo agradaros, me basta que vos me veáis».

En los pensamientos de vanidad, es preciso no fijarse, sino decir a ese espíritu maligno, cuando os los sugiera en alguna de vuestras acciones: ¡oh cruel enemigo! renuncio a ti y a tus malignas sugestiones. Ni empecé por ti, ni por ti acabaré. Y cuando hayáis hecho falta, no os turbéis por esto, porque la turbación, la inquietud y el desmedido sentimiento, apartan nuestras almas de Dios; sino pidiéndole perdón, roguemos a este Corazón Sagrado, satisfaga por nosotras, y nos ponga en gracia con la divina Majestad.

Decid entonces con confianza al divino Corazón de Jesús: «¡Oh único amor mío! pagad por vuestra pobre esclava y reparad el mal que acabo de hacer. Haced que se convierta en gloria vuestra, para edificación del prójimo y salvación de mi alma». Y de esta manera nuestras caídas nos servirán sin duda de humillación, de conocimiento de nuestra miseria y para entender cuán útil nos es mantenernos ocultos en el abismo de nuestra nada. Después de haberos humillado, principiad de nuevo a ser fiel, porque el Corazón de Jesús ama esta manera de obrar, que mantiene la paz del alma. Abandonaos a sus amorosos cuidados, diciendo con frecuencia en vuestro interior: «puesto que el divino Corazón es mío ¿qué puede faltarme? ¿Y si soy toda suya quién podrá hacerme daño?»

Pero ante todo os recomiendo estéis alegre, gozosa y contenta, porque esta es la señal verdadera del espíritu de Dios, que quiere se le sirva con paz y alegría. La paz del Sagrado Corazón de Jesús sean siempre la plenitud de los nuestros, a fin de que nada sea capaz de turbar nuestra tranquilidad. Tomad por divisa: «El amor divino me ha vencido, Él sólo me poseerá para siempre y será el dueño de mi corazón».

 

El Sagrado Corazón da la fuerza para vencerse

En una ocasión en que la Beata todavía novicia, tenía dificultad en vencerse, su divino Maestro le hizo ver su Sagrado Cuerpo, cubierto de las llagas que había sufrido por su amor y reprendiéndola su ingratitud y flojedad en vencerse por el suyo: «¿Qué queréis que haga Dios mío, dijo ella, si mi voluntad es más fuerte que yo? Él le dijo que la metiese en la llaga de su Sagrado Costado y no le costaría ya sobreponerse».

¡Oh Salvador mío! metedla Vos mismo tan adentro y encerradla tan bien, que no pueda jamás salir. Confiesa que, desde entonces, todo lo encontró tan fácil, que ya apenas le costaba el vencerse.

 

Oración a nuestro Señor como víctima

Para honrar vuestro estado de víctima en este Sacramento de amor, vengo a ofrecerme a Vos en cualidad de tal, para ser sacrificada, suplicándoos seáis mi sacrificador y me inmoléis sobre el altar de vuestro Sagrado Corazón y como esta víctima es toda criminal, yo os suplico, ¡oh mi divino Sacrificador! os dignéis purificarme y consumirme en los ardores de vuestro divino Corazón, como un holocausto perfecto de amor y de gracia, para obtener una nueva vida y poder decir con verdad: “Ya nada tengo mío, ni puedo decir nada mío, sea que viva o que muera, mi Jesús es mi todo”. Así sea.

PARA FINALIZAR

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.