lunes, 17 de junio de 2024

DA SAN JUAN TESTIMONIO DE CRISTO. MARTES DE LA CUARTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 


DA SAN JUAN TESTIMONIO DE CRISTO.

MARTES DE LA CUARTA SEMANA

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 

MEDITACIONES

PARA EL TIEMPO

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO

SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS

Y DISTRIBUIDA EN MATERIA DE MEDITACIÓN

PARA TODOS LOS DÍAS” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

MARTES DE LA CUARTA SEMANA

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

DA SAN JUAN TESTIMONIO DE CRISTO.

 

1.- Enviaron los judíos sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Quién eres tú (1)? La austeridad de la vida, la santidad y el celo habían conciliado a san Juan un singular aprecio. De esto se originó el dudar de si era o no el Mesías. Cuanto más procurares tener grande nombre, menos lo alcanzarás: a la santidad de la vida se sigue naturalmente. Para conseguir ésta, aprovechará mucho preguntarse uno a sí continuamente: ¿Quién eres tú? Y responderse: Yo no soy Cristo (2): conocer su vileza, sentir y hablar de sí con desprecio; porque la humildad es fundamento de la santidad.

2.- ¿Pues qué? ¿Eres tú Elías? Y dijo: No soy (3). Podía san Juan aceptar el nombre de Elías y de profeta: pues Cristo había dicho de Él que tenía el espíritu de Elías, y que era más que profeta (4). Mas porque podía negar esto también, eligió la respuesta que hacía más a su desprecio. Esta es la regla de la verdadera humildad. Tú ¿cómo la observas? ¿Qué dice san Juan de sí? Yo soy voz (5). Tú de ti ¿qué dices? Acaso dices ser nada; pero no lo crees. Y eso mismo que dices, quieres que no se crea; y encubres la soberbia con la capa de la humildad. Confúndete, y en adelante no te venga el pie de la soberbia (6). A la verdad, la soberbia sólo tiene un pie: por eso cae con un leve impulso.

3.- Pues ¿por qué bautizas tú si no eres Cristo, etc.? Ese es el que después de mí ha de venir, que fue hecho antes de mí, de cuyo calzado no soy yo digno de desatar la correa (7). Expláyase en las alabanzas de Cristo, y con la diminución de su honra propia le asegura a Cristo su honor. Cotéjate a ti con san Juan. ¿Qué escaso eres en las alabanzas de los otros, como si fuera desdoro tuyo lo que a los méritos de otros das y atribuyes? ¡Qué ambicioso de tus alabanzas, que de verdad no mereces! ¡Con qué facilidad no haces caso de la honra de Dios por procurar la tuya!

 

(1) Joan., 1. (2) Ibid. (3) Ibid. (4) Matth., 11; Luc., 1.

(5) Joan., 1. (6) Ps., 35. (7)Joan., 1.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración…

Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…

¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

 

 

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.