lunes, 3 de junio de 2024

DÍA CUARTO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


DÍA CUARTO

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

 

DÍA CUARTO

 

Nuestro Señor pide se instituya una fiesta en honor de su Corazón, que tanto ha amado a los hombres

Estando delante del Santísimo Sacramento un día de su octava, dice la Beata, recibí de mi Dios gracias extraordinarias. Sentirme impulsada del deseo de corresponderle fielmente, dándole amor por amor y me dijo: «No puedes corresponderme mejor que haciendo lo que te he pedido tantas veces» y descubriéndome su divino Corazón, «he aquí, me dijo, el Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha omitido hasta agotarse y consumirse, para probarles su amor; y no recibe más correspondencia de la mayor parte de ellos, sino ingratitudes, desprecios, irreverencias y frialdades, que es lo que tienen para mí en este Sacramento de amor. Pero lo que me es aún más sensible es que son corazones, que me están consagrados, los que obran así. Por esto te pido que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento, se celebre una fiesta en honor de mi Corazón, comulgando este día y haciéndole actos de reparación y no menos de consagración a su amor y servicio, para reparar las injurias que ha recibido durante el tiempo, que ha sido expuesto en los altares. Yo te prometo por ello que mi Corazón se dilatará, para derramar con abundancia la influencia de su amor sobre aquellos, que le tributen este honor o procuren le sea tributado».

«Pero, Señor mío, ¿a quién os dirigís díjole ella, a una miserable criatura, a una tan grande pecadora, cuya indignidad sería suficiente para impedir el cumplimiento de vuestros designios? ¡Tenéis tantas almas generosas, para ejecutar lo que queréis! «Y qué, le dijo este divino Salvador ¿ignoras que me valgo de los sujetos más débiles, para confundir a los fuertes, y que ordinariamente elijo a los más pequeños y pobres de espíritu, porque en ellos es donde mi poder se manifiesta con más esplendor, logrando así el que. no se atribuyan cosa alguna a sí mismos».

 

Primeros homenajes tributados al Corazón Sagrado de Nuestro Señor en Paray le Mónial

En 1685 la Beata, nombrada Maestra de novicias, tuvo el consuelo de poder dar principio al culto del Sagrado Corazón. Lo expresa así: Aun no había encontrado medio de hacer brillar la devoción al Corazón de Jesús, que era toda mi aspiración. He aquí la primera ocasión, que su bondad me proporcionó. Habiendo caído en viernes la fiesta de Santa Margarita, supliqué a nuestras queridas hermanas novicias, cuyo cargo tenía entonces, que todos los obsequios que tuviesen pensado hacerme con motivo de mi fiesta, se los hiciesen al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Lo hicieron de muy buena voluntad, erigiendo un pequeño altar, sobre el cual colocaron una imagen, también pequeña, de este Corazón, dibujado a pluma sobre un papel, a la cual tratamos de tributar todos los homenajes, que este divino Corazón nos inspiró. Esta querida Directora, leemos en las memorias de sus contemporáneas, empezó a consagrarse lo primero al divino Corazón de Jesús, y quiso que sus novicias hiciesen lo mismo, mandándolas que escribiesen cada una la consagración que hiciesen, según su atractivo y según lo que nuestro Señor les inspirase. A continuación, escribió ella de su mano alguna cosa, conforme a lo que el divino Corazón le daba a conocer de sus disposiciones.

Pasó todo el día con las hermanas novicias honrándole, porque habiéndolas preguntado antes, si no serían gustosas de concederle este placer, el cual no quedaría sin recompensa, dijeron todas que sí. Después poniéndose de rodillas delante de este pequeño altar, hizo con ellas un acto de reparación y rezó algunas oraciones, que había compuesto en honor de este Corazón adorable, las cuales pronunció con un ardor seráfico, quedando después algunos instantes en silencio, en un recogimiento tan profundo, que no podía menos de inspirar fe, amor y devoción, aun a las que menos sentían. Terminó dándoles gracias, repitiéndoles varias veces: “No podíais, mis queridas hermanas, concederme un placer más grato y sensible, que el de tributar vuestros homenajes a este divino Corazón, consagrándoos todas a Él. ¡Qué felices sois en que se haya servido de vosotras, para dar principio a esta devoción! Es preciso continuar orando, para que reine en todos los corazones. ¡Oh qué dicha para mí, que el Corazón adorable de mi divino Maestro sea conocido, amado y glorificado! ¡Ay! Hermanas mías, es el mayor consuelo que puedo tener en mi vida; ninguna cosa en ella puede cansarme ya placer, más que verle reinar. Amémosle, pero amémosle sin reserva, sin excepción. Inmolemos y sacrifiquémoslo todo por conseguir esta dicha, y lo tendremos todo, poseyendo este divino Corazón de Jesús, que quiere ser todo para el corazón que le ama, esto es, para el que se decide a sufrir mucho por Él ¡Ay! mis queridas hermanas añadía, toda nuestra ocupación ha de ser amar y conocer a Dios y todo vuestro patrimonio, amar su Corazón adorable. Qué felicidad la de poder decir Sí, ¡yo le amaré y le alabaré por toda una eternidad! Pero para esto es preciso amarle con fidelidad y constancia, lo mismo en las aflicciones, que en los consuelos y en todos los acontecimientos de la vida»

 

Celo de la Beata por la gloria del Sagrado Corazón

Si supieseis los vivos impulsos que siento, de honrar al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo. Paréceme que no me ha sido dada la vida, sino para esto. ¡No tengo otro deseo, que el de procurar la gloria a este Sagrado Corazón! ¡Cuán feliz me creería, si antes de morir, pudiera agradarle en algo!

Soy insensible a todo lo demás; pero para amarle y hacerle amar, es tal mi empeño que, aunque tuviese que padecer por este motivo todos los trabajos, penas y dolores del mundo, se me convertirían en delicias; porque no hay sufrimiento, al cual no me ofrezca con gusto. Se enciende por instantes en mi corazón un deseo tan ardiente, de verle reinar en todos los corazones, que creo no hay nada, que no quisiese hacer y sufrir por conseguirlo, aún las penas del infierno sin el pecado me serían dulces. Con tal de amarle y verle reinar, esto me basta. Mi mezquino corazón no es sensible, sino para esto, no respira, no desea, si no ve reinar el de nuestro buen Maestro en los corazones capaces de amarle. Todas mis oraciones no tienden sino a este fin. No ceso de aplicar al sólo interés de la gloria de este Sagrado Corazón, todo el bien que pueda hacer, o que hagan por mí. Sean tributados eternamente el amor, la gloria y alabanza al Corazón todo amor, todo amante y todo amable, de nuestro adorable Salvador, por todo el bien que obrara y producirá en las almas en el establecimiento del reino de su Sagrado Corazón en los corazones de buena voluntad

 

Fórmula para consagrarse al Corazón de Jesús, propuesta por la Beata

Doy y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo mi persona, mi vida, penas y padecimientos, para no servirme de ninguna parte de mi ser, sino para amarle, honrarle y glorificarle. Esta es mi voluntad irrevocable, ser toda suya y hacer todo por su amor, renunciando de todo mi corazón a todo lo que pudiera desagradarle. Os tomo, pues, ¡oh Corazón de Jesús! por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, el garante de mi salvación, el remedio de mi inconstancia, el reparador de todos los defectos de mi vida, y mi asilo seguro en la hora de la muerte. Sed, pues, ¡oh Corazón bondadoso mi justificación para con Dios Padre, y alejad de mí, los rayos de su justa cólera. ¡Oh Corazón amoroso! pongo toda mi confianza en Vos, todo lo temo de mi debilidad, más todo lo espero de vuestra misericordia. Consumid en mí, cuanto os desagrade o resista, y que vuestro puro amor se imprima de tal manera en mi corazón, que jamás pueda olvidaros, ni ser separada de Vos. Os suplico por vuestra bondad misma, escribáis mi nombre en vuestro Corazón, pues que quiero hacer consistir mi dicha, en vivir y morir como vuestra esclava. Así sea.

 

 

PARA FINALIZAR

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.