domingo, 2 de junio de 2024

DÍA TERCERO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


DÍA TERCERO

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

 

DÍA TERCERO

Nuestro Señor da su Corazón a los hombres, como el último esfuerzo de su amor y pide que su imagen se venere en público

He aquí uno de los más notables favores, concedidos por Nuestro Señor a la Beata, en orden a la misión, que quería confiarle. Lo hacemos como ella misma dio cuenta de él por una orden expresa de la obediencia.

«Un día de San Juan Evangelista, después de haber recibido de mi divino Salvador una gracia parecida a la que recibió este discípulo en la noche de la cena, el divino Corazón se me representó como en un trono de fuego, echando llamas más brillantes que el sol y resplandeciente como el cristal. La llaga que le hicieron estando en la cruz aparecía visible; tenía una corona de espinas alrededor de este Corazón divino y una cruz encima. Mi divino Maestro me dijo, que estos instrumentos de su pasión significaban, que el inmenso amor, que había tenido a los hombres, había sido el origen  y como el manantial, de todos sus sufrimientos; que desde el primer instante de su Encarnación, habían estado siempre presentes a su vista todos los tormentos, y que desde este primer instante la cruz estuvo, por decirlo así, grabada en su Corazón; que aceptó desde entonces todos los dolores y humillaciones, que debía sufrir su humanidad durante el curso de su vida mortal, y también los ultrajes, que le proporcionaría su amor para con los hombres y por último, los que debía sufrir hasta el fin de los siglos en el Santísimo Sacramento. Después me dio a conocer que el gran deseo que tenia de ser perfectamente amado de los hombres , le había hecho formar el designio de manifestarles su Corazón y darles en estos últimos siglos esta última prueba de su amor, proponiéndoles un objeto y un medio tan propio para obligarles a amarle, y amarle sólidamente, pues les abría todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracia, de santificación y de salvación, que contiene, a fin de que todos aquellos que quisiesen tributarle y procurarle cuanto amor les fuese posible, fueran enriquecidos con profusión de los divinos tesoros, de que este Corazón es manantial fecundo e inagotable.

También me ha asegurado, que tendría una singular complacencia, en ser venerado bajo la forma de este Corazón de carne, cuya imagen quería fuese expuesta en público con el fin, añadió, de mover los corazones insensibles de los hombres, prometiéndome que derramaría con profusión sobre todos aquellos que le honrasen, todos los tesoros de gracias de que está lleno.

En todo lugar dónde esta imagen esté expuesta para ser venerada, atraerá en abundancia toda suerte de bendiciones. Dijóme después este divino Salvador, según lo que yo entendí, estas palabras: “He aquí, hija mía, el designio para el cual te he escogido; con este objeto te he hecho gracias tan grandes, y he cuidado tan particularmente de ti desde la cuna. Si me he constituido tu Maestro y Director, ha sido para disponerte a recibir estas grandes gracias, entre las cuales debes contar ésta como una de las más notables, pues en ella te descubro y te doy el mayor de todos los tesoros, mostrándote y dándote al mismo tiempo mi Corazón» Entonces, postrándome en tierra, no pude expresar mis sentimientos de otro modo que con mi silencio, que fue muy pronto interrumpido por mis lágrimas y suspiros.

RECUERDOS

Catorce años después, el recuerdo de esta gracia inspiraba a la Beata estas sublimes palabras: «El día de la fiesta del discípulo amado de Nuestro Señor me vino a la memoria, que en semejante día fue, cuando este Esposo divino me hizo la incomprensible gracia, de la cual soy tan indigna; de hacerme con su discípulo amado descansar en su seno y de darme su Corazón, su amor y su cruz. Su Corazón, para que sea mi asilo, mi socorro y mi celestial descanso en las tempestades de este mar borrascoso; su cruz, para que sea mi trono de gloria, en la cual debo no sólo gloriarme, sino hasta regocijarme; puesto que no hay nada bueno para mí, más que Jesús, su amor y su cruz. Me ha dado también su amor, para purificarme, consumirme y transformarme toda en Él. Pero Dios mío, ¡cuán mal he correspondido a estas grandes gracias, las cuales, debiendo servirme de santificación, acaso me sirvan para mi condenación»

Otra vez escribía: «El Sagrado Corazón de nuestro Señor Jesucristo me favorece continuamente, y yo no le respondo más que con ingratitud. Me ha regalado con una visita, que me ha sido en extremo favorable, por las buenas impresiones que ha dejado en mi corazón. Entonces me confirmó que el placer que encuentra en ser amado, conocido y honrado de las criaturas es tan grande, si no me engaño, que me ha prometido, que todos aquellos que estén dedicados y consagrados a Él, no perecerán jamás; y como es el manantial de todas las bendiciones, las derramará con abundancia en todos los lugares donde esté colocada y honrada la imagen de este divino Corazón, que reunirá las familias separadas, y protegerá y asistirá a aquellos, que se encuentren en alguna necesidad, y se dirijan a Él con confianza; que derramará la suave unción de su caridad sobre todas las comunidades, que le honren y se pongan bajo su especial protección; que apartará todos los golpes de la divina justicia de las que se hayan apartado de sus deberes, hasta volverlas a poner en gracia.

 

Idea práctica que da de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús la Beata Margarita María

«Yo os diré sencillamente como a mi verdadera amiga en el adorable Corazón de Jesús, escribía la Beata, que cuando le pido por vos, me viene al pensamiento, que si deseáis vivir toda para Él y llegará la perfección, es preciso que hagáis a este Sagrado Corazón el sacrificio de vos misma y de todo lo que depende de vos sin reserva alguna, para no querer ya nada sino por la voluntad de este amable Corazón, no amar sino por sus afectos, no obrar sino por sus luces, no emprender nada jamás sin pedirle primero su consejo y asistencia, atribuyéndole la gloria de todo y hasta dándole gracias lo mismo en el bueno, que en el mal resultado de nuestras empresas, quedando siempre contentas sin turbarnos por nada; porque lo único que debe bastarnos es, que este divino Corazón esté contento, amado y glorificado. Y si deseáis ser del número de las amigas, le ofreceréis este sacrificio de vos misma el primer viernes del mes, después de la Sagrada Comunión, que haréis con esta intención, consagrándoos toda a Él, para rendirle y procurarle todo el amor, la honra y la gloria que podáis, y todo este según Él os inspire.

Después de esto ya no mirareis, sino como una cosa perteneciente y dependiente del adorable Corazón de Jesucristo, acudiendo a Él en vuestras necesidades y estableciendo vuestra mansión en este Corazón en lo que esté a vuestro alcance. Él reparará lo que pudiera haber de imperfecto en vuestras acciones y santificará las buenas, si en todo os unís a sus designios».

«Debemos procurar cuanto podamos entrar en este Corazón adorable, haciéndonos muy pequeñas por la humilde confesión de nuestra nada, en la cual es preciso que estemos siempre abismadas. Es preciso, además, que nos establezcamos como en un reino de paz en este Sagrado Corazón y esto se hará, conformando nuestra voluntad con la suya, a la cual es preciso nos abandonemos de tal suerte, que nuestro particular cuidado sea arrancar de nosotras, todo aquello que pueda poner obstáculo a esta conformidad, dejándole hacer en nosotras de nosotras y por nosotras, cuanto le agrade, a fin de que nos conforme y perfeccione a su gusto. Y para mantenernos siempre en este Corazón divino, es preciso amarle con un amor de preferencia, como lo único necesario a nuestro corazón, y este amor irá logrando dulcemente, que releguemos al olvido y desprecio todo lo demás, que no conduzca, ni sostenga este amor de preferencia tan delicioso».

 

Aspiración de amor al Sagrado Corazón

¡Oh Corazón vivo y abrasado de amor! oh Santuario de la divinidad, templo de la majestad soberana, altar de la caridad divina, Corazón que os abrasáis de amor por Dios y por mí, yo os adoro, yo os amo, yo me confundo de amor y de respeto en vuestra presencia. Yo me uno a vuestras santas intenciones; yo quiero, sí, yo quiero abrasarme en vuestros ardores y vivir de vuestra vida. ¡Cuánto gozo al veros dichoso y contento! ¡Cuánta parte tomo en vuestras gracias, en vuestros dolores y en vuestra gloria! Por esto, sin duda, mi corazón quisiera sufrir y morir ¡antes que desagradaros! ¡Oh corazón mío, es preciso que no obres, sino por los impulsos del Corazón de Jesús, es preciso que en su presencia muera silenciosamente todo lo que es natural o humano!

¡Oh Corazón divino! yo me uno a Vos y me pierdo en Vos. Así toda mi ocupación será mantenerme en silencio y con respeto, anonadada delante de Vos, como una lámpara ardiente que se consume delante del Santísimo Sacramento ¡Amar, sufrir y morir! Amen».

 

PARA FINALIZAR

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.