JESÚS TRABAJÓ CON SU MANOS
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la
Iglesia (n.255-258)
Jesús, dedicó
la mayor parte de vida terrena al trabajo manual en el taller de san José y en
su predicación enseña a apreciar el trabajo. Condena el comportamiento del
siervo perezoso, que esconde bajo tierra el talento y alaba al siervo fiel y
prudente a quien el patrón encuentra realizando las tareas que se le han
confiado.
Jesús enseña también a no dejarse dominar por el trabajo:
De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si después pierde su alma. Los tesoros
de la tierra se consumen, mientras los del cielo son imperecederos. El trabajo
no debe afanar: el hombre preocupado y agitado por muchas cosas, corre el
peligro de descuidar el Reino de Dios y su justicia, del que tiene verdadera
necesidad; todo lo demás, incluido el trabajo, encuentra su lugar, su sentido y
su valor, sólo si está orientado a la única cosa necesaria, que no se le
arrebatará jamás.
Jesús describe
su misma misión como un trabajar: Mi Padre trabaja siempre, y
yo también trabajo; y a sus discípulos como obreros en la mies
del Señor, que representa a la humanidad por evangelizar. Para estos
obreros vale el principio general según el cual el obrero tiene derecho a su
salario, están autorizados a hospedarse en las casas donde los reciban, a comer
y beber lo que les ofrezcan.
Durante
su ministerio terreno, él trabaja incansablemente, realizando obras poderosas
para liberar al hombre de la enfermedad, del sufrimiento y de la muerte. El sábado es
reafirmado por Jesús en su valor originario: ¡El sábado ha sido
instituido para el hombre y no el hombre para el sábado! El sábado es el día
en que el hombre debe dedicarse a Dios y a los demás. Liberar del mal, practicar la fraternidad y
compartir permite a la humanidad encaminarse hacia el Sábado
eterno.