6 de agosto
LA
TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Seis
días más tarde, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y
subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su
rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro,
entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos
aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su
sombra y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me
complazco. Escuchadlo». Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de
espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis». Al
alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban del
monte, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del
hombre resucite de entre los muertos»
Mt 17, 1-9