domingo, 28 de agosto de 2016

EL ROSARIO DE HOY CON SAN AGUSTÍN DE HIPONA





Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial:  Se hace hoy memoria de san Agustín, obispo y doctor eximio de la Iglesia, el cual, después de una adolescencia inquieta por cuestiones doctrinales y libres costumbres, se convirtió a la fe católica y fue bautizado por san Ambrosio de Milán. Vuelto a su patria, llevó con algunos amigos una vida ascética y entregada al estudio de las Sagradas Escrituras. Elegido después obispo de Hipona, en África, siendo modelo de su grey, la instruyó con abundantes sermones y escritos, con los que también combatió valientemente contra los errores de su tiempo e iluminó con sabiduría la recta fe (430).
En una de sus exhortaciones decía: «Aquella, pues, cuyos pasos seguís, ni para  concebir tuvo concurso de varón ni para dar a luz dejó de permanecer virgen. Imitadla en cuanto os es posible... Lo que os admira en la carne de María, obradlo en lo íntimo de vuestras almas. Pues el que profesa una fe que justifica,  concibe a Cristo; y el que confiesa con su boca para salvarse  (Rom 10,10), da a luz a Cristo»
Con sus mismas oraciones tomadas del Libro de las Confesiones meditamos los misterios del Santo Rosario.
Señor mío Jesucristo... 
MISTERIOS GLORIOSOS
1.-La Resurrección del Señor.
“Me  hallo  en  grave  peligro  por  mi  desesperación  de  encontrar  la  verdad.  Sin  embargo,  cuando  le  indiqué –a mi madre- que  ya  no  era  maniqueo,  aunque tampoco   cristiano   católico,   no   saltó   de   alegría   como   quien   oye   algo inesperado,  por  estar  ya  segura  de  aquella  parte  de  mi  miseria,  en  la  que me lloraba delante de ti corno a un muerto que había de ser resucitado, y me presentaba continuamente en las andas de su pensamiento para que tú dijeses  al  hijo  de  la  viuda:  Joven  a  ti  te  digo:  levántate,  y  reviviese  y comenzase a hablar y tú lo entregases a su madre.”
2.- La Ascensión del Señor
“Las cosas menos ordenadas se hallan inquietas: ordénanse y descansan. Mi peso es mi amor; él me lleva doquiera soy llevado. Tu Don nos enciende y por él somos llevados hacia arriba: enardecémonos y caminamos; subimos las ascensiones dispuestas en nuestro corazón y  cantamos el Cántico de los grados. Con tu fuego, sí; con tu fuego santo nos  enardecemos y caminamos, porque caminamos para arriba, hacia la paz de Jerusalén,  porque  me  he  deleitado  de  las  cosas  que  aquéllos  me  dijeron: Iremos  a  la  casa  del  Señor.  Allí  nos  colocará  la  buena  voluntad,  para  que no queramos más que permanecer eternamente allí.”
3.- La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en torno a la Virgen María
“Porque   tu   Espíritu   era   sobrellevado   sobre   las   aguas,   no  abandonó  tu  misericordia  nuestra  miseria,  y  así  dijiste  Hágase  la  luz.  Haced  penitencia,  porque  se  ha  acercado  el  reino  de  los  cielos  haced  penitencia:  hágase  la  luz.  Y  porque  nuestra  alma  se  había  conturbado dentro de nosotros mismos, nos acordamos de ti, Señor, desde la tierra del Jordán y del monte igual a ti, pero hecho pequeño por causa nuestra; y así nos desagradaron nuestras tinieblas, y nos convertimos a ti y fue hecha la Luz.  Y  ved  cómo,  habiendo  sido  algún  tiempo  tinieblas,  somos  ahora  luz en el Señor.”
4.- La Asunción de María Santísima a los Cielos
“Hijos  de  los  hombres,  ¿hasta  cuándo  seréis  duros  de  corazón?  ¿Es  posible que, después de haber bajado la Vida a vosotros, no queráis subir y vivir?  Mas  ¿adónde  subisteis  cuando  estuvisteis  en  alto  y  pusisteis  en  el cielo  vuestra  boca?  Bajad,  a  fin  de  que  podáis  subir  hasta  Dios,  ya  que caísteis  ascendiendo  contra  él.  Diles  estas  cosas  para  que  lloren  en  este valle  de  lágrimas,  y  así  les  arrebates  contigo  hacia  Dios,  porque,  si  se  las dices, ardiendo en llamas de caridad, se las dices con espíritu divino.”
5.- La Coronación De La Virgen Como Reina Y Señora De Todo Lo Creado.
“Bueno  es  el  que  me  hizo  y  aun  él  es  mi  bien;  a  él  quiero  ensalzar  por todos  estos  bienes  que  integraban  mi  ser  de  niño.  En  lo  que  pecaba  yo entonces era en buscar en mí mismo y en las demás criaturas, no en él, los deleites,   grandezas   y   verdades,   por   lo   que  caía   luego   en   dolores, confusiones y errores. Gracias  a  ti,  dulzura  mía,  gloria  mía,  esperanza  mía  y  Dios  mío,  gracias a ti por tus dones; pero guárdamelos tú para mí. Así me guardarás también  a    y  se  aumentarán  y  perfeccionarán  los  que  me  diste,  y  yo estaré contigo, porque tú me concediste que existiera.”