Alegráos flores de los mártires: Y vosotras, familias de las naciones, ¡salve! elevad al cielo vuestros ojos, y vuestra esperanza hacia la gloriosa estrella.
Resuena la voz de los profetas, anunciando que Jesús llega; es el preludio de la redención, de la gracia que nos ha rescatado.
Ya despunta nuestra aurora, y todos los corazones se estremecen de alegría cuando por orden suya se deja oír la voz que anuncia la gloria que viene.
Inspírenos un solemne canto la venida del Redentor, la alegría de tan gran liberación como será la redención del mundo.
En la primera venida, viene Jesús no para castigar al mundo, sino para vendar sus heridas y salvar lo que estaba perdido.
La segunda venida nos muestra a Cristo en puertas, dispuesto a coronar a sus Santos, y a abrirles el reino de los cielos.
Prométese la luz eterna, brilla el astro de la salvación; con su deslumbrante resplandor nos invita a gozar ya de los biénes celestiales. A Ti solamente, oh Cristo, buscamos, a Ti oh Dios, es a quien queremos ver tal cual eres; esa encantadora visión será la que nos libre del terror del infierno.
Para que el dia en que vengas, oh Redentor, escoltado por blancas legiones de Mártires, nos unas a ese ejército, a esa triunfante falange.
(Brev. Himno de Mait en la fiesta de los Santos durante el Adv. P. L. 86, 887.) ‘0’ /