Salmo de san Francisco de Asís para recitar en el Adviento
Te alabaré, Señor, santísimo Padre,
Rey del cielo y de la tierra,
porque me has consolado.
Tú eres Dios mi salvador;
actuaré con confianza y no temeré.
Mi fortaleza y mi alabanza es el Señor,
y se ha hecho salvación para mí.
Tu diestra, Señor, se ha engrandecido en fortaleza;
tu diestra, Señor, ha herido al enemigo,
y en la abundancia de tu gloria
derribaste a mis adversarios.
Véanlo los pobres y alégrense;
buscad a Dios, y vivirá vuestra alma.
Alábenlo los cielos y la tierra,
el mar y cuanto en ellos se mueve.
Porque Dios salvará a Sión
y se edificarán las ciudades de Judá.
Y habitaran allí, y la adquirirán en herencia.
Y la descendencia de sus siervos la poseerá
y los que aman su nombre habitarán en ella.
Rey del cielo y de la tierra,
porque me has consolado.
Tú eres Dios mi salvador;
actuaré con confianza y no temeré.
Mi fortaleza y mi alabanza es el Señor,
y se ha hecho salvación para mí.
Tu diestra, Señor, se ha engrandecido en fortaleza;
tu diestra, Señor, ha herido al enemigo,
y en la abundancia de tu gloria
derribaste a mis adversarios.
Véanlo los pobres y alégrense;
buscad a Dios, y vivirá vuestra alma.
Alábenlo los cielos y la tierra,
el mar y cuanto en ellos se mueve.
Porque Dios salvará a Sión
y se edificarán las ciudades de Judá.
Y habitaran allí, y la adquirirán en herencia.
Y la descendencia de sus siervos la poseerá
y los que aman su nombre habitarán en ella.