El es el que fué prometido en otro tiempo a nuestros Padres, el nacido antes que la aurora, el Hijo de Dios Poderoso dado maravillosamente a luz por una Virgen.
Es el Rey de Gloria que debía venir y reinar como Dios sobre los reyes, aplastar al enemigo eterno, y sanar a nuestro mundo enfermo.
Alégrense los Angeles y salten de gozo todos los pueblos; El, el Altísimo, viene y se humilla para salvar lo que estaba perdido.
El que aparece es a la vez Dios y hombre. ¡Reine por siempre la Trinidad Santísima! El Hijo coeterno al Padre desciende a la tierra.
Eleven sus voces los Profetas y profeticen: El Emmanuel está ya próximo; desátese la lengua de los mudos, y vosotros, cojos, corred a su encuentro.
(Extracto del Himno: Sol, astra, térra aequora. Cf. Tommasi, Op., omn., Roma, 1747, t. H, p. 379-380.)