MIERCOLES
DE LA III SEMANA DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del
Rito Romano
En esta sazón, ciertos escribas y
fariseos que habían llegado de Jerusalén, le dijeron: ¿Por qué motivo tus discípulos traspasan la
tradición de los antiguos, no lavándose las manos cuando comen? Y él les respondió: ¿Y por qué vosotros mismos
traspasáis el mandamiento de Dios por seguir vuestra tradición? Pues Dios tiene
dicho: Honra al padre y a la madre; y
también: Quien maldijere a padre o a madre, sea condenado a muerte; mas vosotros decís: Cualquiera que dijere al
padre o a la madre: la ofrenda que yo por mi parte ofreciere redundará en bien
tuyo, ya no tiene obligación de honrar o
asistir, a su padre o a su madre; con lo que habéis echado por tierra el
mandamiento de Dios por vuestra tradición. ¡Hipócritas!, con razón profetizó de vosotros
Isaías, diciendo: Este pueblo me honra
con los labios; pero su corazón lejos está de mí. En vano me honran enseñando doctrinas y
mandamientos de hombres. Y habiendo
llamado a sí al pueblo, les dijo: Escuchadme, y atended bien a esto: No lo que entra por la boca es lo que mancha
al hombre, sino lo que sale de la boca; eso es lo que le mancha. Entonces, arrimándose más sus discípulos, le
dijeron: ¿No sabes que los fariseos se han escandalizado de esto que acaban de
oír? Mas Jesús respondió: Toda planta
que mi Padre celestial no ha plantado, arrancada será de raíz. Dejadlos; ellos son unos ciegos que guían a
otros ciegos; y si un ciego se mete a guiar a otro ciego, ambos caen en el
hoyo. Aquí Pedro, tomando la palabra le
dijo: Explícanos esa parábola. A lo que
Jesús respondió: ¿Cómo? ¿También vosotros estáis aún con tan poco conocimiento?
¿Pues no conocéis que todo cuanto entra
en la boca pasa de allí al vientre y se echa en lugares secretos? Mas lo que sale de la boca, del corazón sale,
y eso es lo que mancha al hombre. Porque
del corazón es de donde salen los malos pensamientos, los homicidios,
adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. Estas cosas sí que manchan al hombre; mas el
comer sin lavarse las manos, eso no le mancha.
Mateo 15,1-20.