MIRAD QUIEN
ES QUIEN OS DEFIENDE DE VUESTRO ENEMIGOS
¡Oh,
mortales!, volved, volved a vosotros, mirad a vuestro Rey que ahora le
hallaréis manso; vuélvanse vuestras furias y fuerzas contra quien os hace la
guerra y os quiere quitar vuestra primogenitura; tornad, tornad en vosotros,
abrid los ojos, pedid con grandes clamores y lágrimas luz a quien la dio al
mundo; daos cuenta, por amor de Dios, de que vais a matar con todas vuestras
fuerzas a quien por daros vida perdió la suya; mirad quién es el que os
defiende de vuestros enemigos. Y si todo eso no basta, que os baste conocer que
no podéis nada contra su poder y que tarde o temprano habéis de pagar con fuego
eterno tan gran desacato y atrevimiento. ¿Es porque veis a esta Majestad atado
y ligado con el amor que nos tiene? ¿Qué más hacían los que le dieron muerte,
sino después de atado, darle golpes y heridas? (E 12).