HOMILÍA DEL OFICIO DE MAITINES SOBRE
EL EVANGELIO DEL DOMINGO
XXVI Y ULTIMO
DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Homilía de san Jerónimo,
presbítero
La invitación que se nos hace a tratar de comprender,
indica que la profecía no carece de misterio. Nosotros tenemos así en Daniel:
‘Y a la mitad de la semana cesaron la oblación y el sacrificio; y la
abominación de la desolación será en el templo, y la desolación continuará
hasta la consumación el fin’. De esto habla también el Apóstol, ‘el hombre de
iniquidad y de oposición se elevara contra todo eso que es llamado Dios y
adorado, él empujará la audacia hasta sentarse en el templo de Dios y hacerse
pasar él mismo por Dios.” Y vendrá acompañado del poder de Satanás, para hacer
perecer e inducir a apartarse de Dios a los que lo acojan. Todo
esto puede entenderse, o simplemente del Anticristo, o de la imagen de César
que Pilatos hizo poner en el templo, o de la estatua ecuestre de Adriano que
vemos aun hoy emplazada en el mismo
Santo de los Santos. Y como, según el Antiguo Testamento, la palabra
abominación quiere decir ídolo, desolación viene a continuación, porque es en
el templo arruinado y destruido, que viene a ponerse el ídolo.
La abominación de la desolación, puede entenderse
también de toda doctrina perversa. Si, en efecto, vemos el error erigirse en el
lugar santo, es decir en la Iglesia, y hacerse pasar por Dios, nosotros debemos
huir de Judea a las montañas, es decir abandonar ‘la letra que mata’ y la
perversidad judaica, refugiarnos sobre las montañas eternas de lo alto de las
cuales Dios hace brillar su admirable luz y mantenernos sobre el techo y sobre
la azotea, adonde no pueden llegar los dardos inflamados de demonio, no bajar a
recoger nada de la casa de nuestra vida primera ni ir a buscar lo que está
detrás de nosotros; antes bien, sembrar en el campo de las Sagradas Escrituras
a fin de recoger sus frutos; finalmente no entretenernos a recoger una segunda
túnica, ya que a los Apóstoles les está prohibido poseerla.