domingo, 2 de marzo de 2025

DÍA 3. EL CORAZÓN DE SAN JOSÉ ENCUENTRA NUEVOS MODOS PARA OCUPARSE EN SU VIDA INTERIOR

DÍA TERCERO

El Corazón de San José encuentra nuevos modos para ocuparse en su vida interior.

 

MES

EN HONOR

A SAN JOSÉ

Por un sacerdote

de la Congregación de la Misión

 

ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, (breve silencio)

pidiendo el auxilio de la Virgen María (breve silencio)

y del Ángel Custodio, (breve silencio)

acudamos a la presencia del Glorioso San José y supliquemos:

 

Dios te salve, José, lleno de la gracia divina.

Entre tus brazos descansó El Salvador

y ante tus ojos creció.

Bendito eres entre todos los hombres,

y bendito es Jesús,

el hijo divino de tu Virginal Esposa.

San José, padre adoptivo de Jesús,

ayúdanos en nuestras necesidades familiares,

de salud y de  trabajo,

hasta el fin de nuestros días,

y socórrenos a la hora de nuestra muerte. Amén.”

 

DÍA TERCERO

El Corazón de San José encuentra nuevos modos para ocuparse en su vida interior.

 

Los siguientes pensamientos, que a menudo venían a su mente, deben haber sido extremadamente dulces y saludables para el corazón de José: "¡Soy un padre para aquel que nació sin padre en la tierra, aquel por cuya obra fueron creadas todas las cosas en este mundo!" ¡Yo soy el esposo de la Madre de Dios, y el Verbo eterno ha hecho una alianza con la naturaleza humana en el vientre sagrado de mi esposa! ... La tierra del seno virginal de María, que me pertenece en virtud de las leyes del matrimonio, ha engendrado al Salvador del universo». Los cielos han destilado el rocío que nuestros antepasados ​​habían esperado durante mucho tiempo, y ha caído y se ha posado en mi casa, y aquí cerca de mí ha venido el Cordero, que rige la tierra para sentarse en el trono de su misericordia. En el desierto y en la soledad de estos muros cayó del cielo el maná de Jesús y yo, después de mi Esposa, soy el primero en saborear su incomparable dulzura. Veo verdaderamente aquel hermoso día que Abraham y mis otros antepasados ​​vieron sólo en figura y en espíritu. ¡Dios me ha puesto bajo mi custodia lo más precioso que hay en el cielo y en la tierra: el Verbo encarnado y su Santísima Madre! Jesucristo me estará eternamente agradecido por el trabajo de su educación y por el cuidado, si se me permite decirlo, que tuve para salvarlo cuando Herodes lo perseguía a muerte.

El que me creó, descansa en mi morada y se complace en verme echar raíces de salud en los corazones de los elegidos. Camino continuamente en la presencia del Dios que vive conmigo, y no doy ningún paso por su amor que no me recompense con una felicidad ciento por uno. Puedo extinguir con la sola ofrenda de mi Hijo todas las deudas que he contraído con el Padre eterno, y con los mismos medios puedo hacerle deudor mío en lugar de acreedor. Yo sostengo con mis débiles manos a quien con tres dedos sostiene la masa más pesada del universo.

Estas reflexiones debieron llenar su alma de alegría inefable y calentar su corazón con ardor celestial que producía en él continuos actos de fe, adoración, admiración, caridad, humildad y gratitud. Y el Espíritu Santo, de que estaba lleno, no dejó de sugerirle otras muchas reflexiones semejantes y en abundancia, de modo que nunca faltó alimento para su amor y ocasión de ocuparse cada vez más en aquella vida interior que formaba su paraíso en la tierra.

Quien penetra en el corazón de San José no puede evitar apegarse con el más vivo transporte de amor a esa vida, que es la vida más bella del mundo, la más segura, la más inocente. ¡Ah! En cuanto a mí, declaro que quiero abrazarla desde ahora; que efectivamente me dedicaré a ella desde ahora en adelante, y me comprometeré con ello, tanto como pueda, sin salir de los límites de la profesión y del estado en que me encuentro. Voy a intentar alimentar en mi alma esa vehemente inclinación que siento hacia aquellos santos que la profesaron, y en primer lugar hacia Jesús, José y María, que nos han dejado una altísima y perfecta idea de ella. A menudo volveré mi pensamiento a aquellos que los han imitado con heroico valor e invencible perseverancia, y serán para mí un gran estímulo para amar cada vez más este modo de vida, una gran ayuda para practicarla y perseverar en ella hasta la muerte.

 

JACULATORIA

San José, que de las manos de Herodes

salvaste al Salvador del mundo,

ruega por nosotros.

 

AFECTOS

¡Oh amabilísimo San José!, que el divino Infante haya querido evitar la persecución de Herodes huyendo a Egipto, fue un acto de humildad sin ejemplo; que haya querido servirse de ti para salvarse, es una condescendencia sin igual; que tú con tanta diligencia y cuidado hayas conseguido salvarle a él, y al mismo tiempo salvar a todo el género humano de la esclavitud del infierno, fue un acto de celo y de caridad tan sublime y notable, que Dios mismo se declaró deudor tuyo, y también el universo entero. Jesús ya te ha mostrado su gratitud haciéndote inmensamente grande en dignidad, santidad, méritos y gloria, colocándote en el cielo en el trono más rico y elevado después del de tu santísima esposa, y haciéndote en la tierra admirable y querido por todas las clases de personas, declarándote el protector más poderoso de todos. ¡Oh! Acepta con amor los más profundos sentimientos de nuestra gratitud, y consíguenos mostrarnos no sólo agradecidos hacia Ti por habernos salvado, salvador nuestro, sino siempre afectuosos y devotos a ti. Haznos propicios a Jesús, tu Hijo, y a María, tu amada Esposa, para que podamos beneficiarnos de la redención del uno y de la mediación eficacísima de Ella.

 

LETANÍAS A SAN JOSÉ

Indulgencia de 5 años, cada vez que se recitan. Indulgencia plenaria si diariamente se recitan devotamente durante un mes. Pio XI, 25 de marzo de 1935

 

Señor, ten misericordia de nosotros

Cristo, ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.

 

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

 

Dios Padre celestial,

ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo.

Dios Espíritu Santo.

Santa Trinidad, un solo Dios.

 

Santa María,

ruega por nosotros.

San José,

ruega por nosotros.

Ilustre descendiente de David.

Luz de los Patriarcas.

Esposo de la Madre de Dios.

Casto guardián de la Virgen.

Padre nutricio del Hijo de Dios.

Celoso defensor de Cristo.

Jefe de la Sagrada Familia.

José, justísimo.

José, castísimo.

José, prudentísimo.

José, valentísimo.

José, fidelísimo.

Espejo de paciencia.

Amante de la pobreza.

Modelo de trabajadores.

Gloria de la vida doméstica.

Custodio de Vírgenes.

Sostén de las familias.

Consuelo de los desgraciados.

Esperanza de los enfermos.

Patrón de los moribundos.

Terror de los demonios.

Protector de la Santa Iglesia.

 

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

escúchanos, Señor,

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

ten misericordia de nosotros.

 

V.- Le estableció señor de su casa.

R.- Y jefe de toda su hacienda.

 

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

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Querido hermano: si te ha gustado esta meditación del mes de san José, compártela con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.