DÍA DÉCIMO
El corazón de San José fue enriquecido por Dios con el don de la más sublime sabiduría.
MES
EN HONOR
A SAN JOSÉ
Por un sacerdote
de la Congregación de la Misión
ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS
Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, (breve silencio)
pidiendo el auxilio de la Virgen María (breve silencio)
y del Ángel Custodio, (breve silencio)
acudamos a la presencia del Glorioso San José y supliquemos:
Dios te salve, José, lleno de la gracia divina.
Entre tus brazos descansó El Salvador
y ante tus ojos creció.
Bendito eres entre todos los hombres,
y bendito es Jesús,
el hijo divino de tu Virginal Esposa.
San José, padre adoptivo de Jesús,
ayúdanos en nuestras necesidades familiares,
de salud y de trabajo,
hasta el fin de nuestros días,
y socórrenos a la hora de nuestra muerte. Amén.”
DÍA DÉCIMO
El corazón de San José fue enriquecido por Dios con el don de la más sublime sabiduría.
Y aquí, antes de pasar a decir nada sobre el tema indicado, debo advertir al lector que no es mi intención hablar de aquella sabia prudencia con que se adornó nuestro santo, y adornado de tal modo que le hacía capaz de gobernar fácilmente a todos los ángeles y a todos los hombres, desde que a su cuidado fueron confiados los dos grandes personajes, el Verbo de Dios hecho hombre y la mayor de todas las criaturas, María. Tampoco tengo intención de discutir aquellas justas decisiones que tomó al resolver sus importantísimos asuntos después de haberlos deliberado seriamente. Tampoco pretendo mencionar su gran comprensión, que parecía muy perspicaz ante las acciones de los tiranos, y en disimular hábilmente el motivo principal de sus viajes, y en ganarse los corazones de gente idólatra y cruel, y en tomar todas las precauciones necesarias para que el niño Jesús no fuera reconocido por el rey Arquelao, cuando por cuestión de religión llevó a la Sagrada Familia a Jerusalén, y en otras circunstancias similares...
Mi intención es que se conozca el rasgo de sabiduría celestial en lo sucedido cuando el ángel le había revelado que Herodes estaba tratando a toda costa de quitar la vida al divino Niño Jesús, y que por tanto era necesario tomar al Niño y a la Madre, y partir inmediatamente para Egipto. El gran Santo propuso a su esposa virgen el consejo que había recibido, y María se levantó prontamente para seguirlo a Egipto. Examinemos este hecho un poco más. ¿Acaso la Virgen no sabía lo largo, lo incómodo, lo doloroso que sería el viaje que tendría que emprender? ¿No estaba ella incomparablemente más interesada en la preservación del Salvador de lo que nuestra mente puede comprender? ¿No sabía que refugiarse en un reino desconocido y entre gente idólatra era como exponer su libertad y su vida a un peligro evidente? Ella sabía bien que no todos los pensamientos que cruzan la mente durante el sueño son siempre misterios y revelaciones. Sabía que no había tarea más delicada que la de formarse juicios sobre una aparición, ya que tanto el ángel de la luz como el ángel de las tinieblas no sólo pueden manifestarse a nuestros sentidos externos, sino también mover la imaginación a imprimir en ella a su propia discreción las representaciones y especies de los objetos. Además, parecía que la Virgen podía de alguna manera quedar en suspenso y en duda, ya que el ángel no le había hecho ninguna revelación, aun cuando Ella iba a tener la parte principal en un asunto de tan gran importancia. Parece, pues, que al menos debía pedir a su marido que le declarase todo con detalle para asegurarse mejor de la voluntad divina, y José no habría tenido dificultad en darle la razón de su conducta si ella le hubiera revelado su deseo.
Pero la gran Virgen, sin ninguna réplica, sin pedir ninguna información, sin examinar lo que había pasado entre él y el ángel, partió inmediatamente para Egipto, y salió dando perfecta obediencia a su esposo, a quien consideraba intérprete de la voluntad divina; y está tan segura de la sabiduría de José y de su don sobrenatural de entender los misterios divinos, que respeta sus palabras como oráculos infalibles. No se atreve a dudar en lo más mínimo de un hombre que ha sido dotado por Dios de tan correcto y sabio discernimiento, como si no pudiera equivocarse en algún aspecto, convencida de que no hay en el mundo persona más sabia e iluminada que él. Este testimonio que la Virgen dio en esta ocasión de la sabiduría de José fue incomparablemente glorioso para el santo; puesto que el espíritu de María es el espíritu de Aquella que es Madre y sede de la sabiduría, la sumisión que mostró al sentimiento de San José en este y otros asuntos más importantes, y la estima que puso en su conducta, dan más gloria al santo que todos los ángeles y todos los hombres podrían darle si se unieran para alabarlo.
Aprendamos de san José para guiarnos en todos nuestros asuntos conforme a las luces de Dios que tenemos por la oración, y conforme a las máximas de Cristo que están registradas en el Evangelio, y según los consejos que debemos pedir a aquel que dirige nuestras almas. De esta manera caminaremos confiadamente en los caminos de Dios sin jamás cometer un error.
JACULATORIA
Oh San José, lleno de gracia y de justicia,
ruega por nosotros.
AFECTOS
Si fuiste lleno de gracia y de justicia, oh incomparable San José, merecidamente lo fuiste, porque los deberes que Dios te confió eran demasiado elevados y conspicuos. ¿Y no debíais vivir continuamente en compañía de Dios hecho hombre, el Justo por excelencia, y con María, mar y abismo de gracias? Además de esto, debías ser capaz de no perder nunca tanta gracia, de no desfallecer nunca en el ejercicio de tu justicia, y por eso Dios fortaleció tu espíritu y tu voluntad con ayudas extraordinarias para completar la hermosa obra de santificación comenzada en ti, y establecerte en la posesión de la gracia recibida y de la justicia ejercida de tal manera que nunca fueses apartado de ella por la eternidad. ¡Oh bendito santo! Si llegaste a ser una columna inamovible de santidad, obtén para mí tal constancia para el futuro, que ya no sea lo que he sido hasta ahora, una miserable caña sacudida por los vientos.
LETANÍAS A SAN JOSÉ
Indulgencia de 5 años, cada vez que se recitan. Indulgencia plenaria si diariamente se recitan devotamente durante un mes. Pio XI, 25 de marzo de 1935
Señor, ten misericordia de nosotros
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo óyenos.
Cristo escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo.
Santa Trinidad, un solo Dios.
Santa María,
ruega por nosotros.
San José,
ruega por nosotros.
Ilustre descendiente de David.
Luz de los Patriarcas.
Esposo de la Madre de Dios.
Casto guardián de la Virgen.
Padre nutricio del Hijo de Dios.
Celoso defensor de Cristo.
Jefe de la Sagrada Familia.
José, justísimo.
José, castísimo.
José, prudentísimo.
José, valentísimo.
José, fidelísimo.
Espejo de paciencia.
Amante de la pobreza.
Modelo de trabajadores.
Gloria de la vida doméstica.
Custodio de Vírgenes.
Sostén de las familias.
Consuelo de los desgraciados.
Esperanza de los enfermos.
Patrón de los moribundos.
Terror de los demonios.
Protector de la Santa Iglesia.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
escúchanos, Señor,
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
ten misericordia de nosotros.
V.- Le estableció señor de su casa.
R.- Y jefe de toda su hacienda.
Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.