LA INCREDULIDAD DE SANTO TOMÁS APOSTOL
MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DE PASCUA
MEDITACIONES PARA EL TIEMPO PASCUAL
DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO” DEL P. NICOLÁS AVANCINI
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
“Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.
Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”
Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.
MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DE PASCUA
LA INCREDULIDAD DE SANTO TOMÁS APOSTOL
1.- Tomás, uno de los doce, no estaba con ellos cuando vino Jesús (1). Había oído a los Discípulos, que de vuelta de Emaús contaban que habían visto al Señor, y porque no creía, se aparto. Careció por esto de este consuelo de la presencia de Cristo. Cometió, pues, dos faltas: antepuso su juicio al de los que lo aseguraban: apartóse de la comunidad. Guárdate de una y otra. El primer camino para el error es el juicio propio. Esta presente Cristo a los que está unidos en caridad. Auséntase de los que con lesión de la caridad son singulares. Examina cómo te has en esto.
2.- Dijeronle, pues, los otros Discípulos: Hemos visto al Señor (2). Pero Tomás, pertinaz en su juicio, no creyó primero a dos, ni ahora a todos, y acaso también a la santísima Virgen. Así del mal que una vez hemos comenzado, nos precipitamos en otro mayor. Evita, pues, los principios de los males, y arranca sus raíces. ¡Oh, si siempre hubieras hecho esto!
3.- Mas él les dijo: Si no viere en sus manos las señales de los clavos, si no metiere mis dedos en el lugar de los clavos y mi mano en su costado no creeré (3). Así protesta para mantener su juicio. Y ¿cuántos males proceden de aquí? Incredulidad con pertinacia, soberbia de quien prefiere su juicio al de todos, presunción, señalando a Dios el modo de su conversión. En esto vino a dar un apóstol. Por más que seas, teme; y con humildad rinde tu juicio a quien debes.
(1) Joan., 20. (2) Ibid. (3) Ibid.
ORACIÓN PARA FINALIZAR
TODOS LOS DÍAS:
Oración del papa Clemente XI
Creo, Señor, haz que crea con más firmeza;
espero, haz que espere con más confianza;
amo, haz que ame con más ardor;
me arrepiento, haz que tenga mayor dolor.
Te adoro como primer principio;
te deseo como último fin;
te alabo como bienhechor perpetuo;
te invoco como defensor propicio.
Dirígeme con tu sabiduría,
átame con tu justicia,
consuélame con tu clemencia,
protégeme con tu poder.
Te ofrezco, Señor,
mis pensamientos, para que se dirijan a ti;
mis palabras, para que hablen de ti;
mis obras, para que sean tuyas,
mis contrariedades, para que las lleve por ti.
Quiero lo que quieras,
quiero porque quieres,
quiero como lo quieres,
quiero hasta que quieras.
Señor, te pido que ilumines mi entendimiento,
inflames mi voluntad,
limpies mi corazón,
santifiques mi alma.
Que me aparte de mis pasadas iniquidades, rechace las tentaciones futuras, corrija las malas inclinaciones, practique las virtudes necesarias.
Concédeme, Dios de bondad,
amor a ti, odio a mí,
celo por el prójimo
y desprecio a lo mundano.
Que sepa obedecer a los superiores,
ayudar a los inferiores,
aconsejar a los amigos
y perdonar a los enemigos.
Que venza la sensualidad con la mortificación,
la avaricia con la generosidad,
la ira con la bondad,
la tibieza con la piedad.
Hazme prudente en los consejos,
constante en los peligros,
paciente en las contrariedades,
humilde en la prosperidad.
Señor, hazme atento en la oración,
sobrio en la comida,
constante en el trabajo,
firme en los propósitos.
Que procure tener inocencia interior,
modestia exterior,
conversación ejemplar
y vida ordenada.
Haz que esté atento a dominar mi naturaleza,
a fomentar la gracia,
servir a tu ley
y a obtener la salvación.
Que aprenda de ti qué poco es lo terreno,
qué grande lo divino,
qué breve el tiempo,
qué durable lo eterno.
Concédeme preparar la muerte,
temer el juicio,
evitar el infierno
y alcanzar el paraíso.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
V/. Regina cæli, lætare; alleluia.
R/. Quia quem meruisti portare; alleluia.
V/. Resurrexit sicut dixit; alleluia.
R/. Ora pro nobis Deum; alleluia.
V/. Gaude et lætare, Virgo Maria; alleluia.
R/. Quia surrexit Dominus vere; alleluia.
Oremus:
Deus, qui per resurrectionem Filii tui Domini nostri Iesu Christi mundum lætificare dignatus es, præsta, quæsumus, ut per eius Genetricem Virginem Mariam perpetuæ capiamus gaudia vitæ. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.
Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace. R.Amen.
***
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.