viernes, 4 de noviembre de 2022

UN CORAZÓN PURO ES UN CORAZÓN SENCILLO. San Agustín


UN CORAZÓN PURO ES UN CORAZÓN SENCILLO. 

San Agustín

Homilía de San Agustín, Obispo.

Sobre el Sermón de la Montaña, cap. 2.

Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios. ¡Qué necedad, pues, el buscar a Dios con los ojos corporales, cuando es el corazón el que le percibe, según se lee en otro lugar: Buscadle en la sencillez de vuestro corazón! Un corazón puro es un corazón sencillo. Como no es posible ver la luz sin tener sanos los ojos, tampoco es posible ver a Dios sin tener puro el corazón. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. La perfección consiste en una paz no alterada por ninguna lucha, ni discordancia; he aquí porqué los pacíficos son llamados hijos de Dios: porque no resisten a la voluntad divina; los hijos, en efecto, deben asemejarse a su padre.

Son pacíficos con respecto a sí mismos los que, moderando todos los impulsos de su corazón y sometiéndolos a la razón, esto es, a la inteligencia y al espíritu, y dominando las concupiscencias de la carne, se convierten en reino de Dios. De tal manera están ordenadas en ellos todas las cosas, que la parte principal y más excelente es en ellos la que gobierna, sin encontrar resistencia en la que nos es común con los animales; y que esta parte superior, a saber, la inteligencia y la razón, reconoce a su vez la superior autoridad de la Verdad misma, el Hijo unigénito de Dios. No puede gobernar a sus inferiores quien no se somete a su superior. Esta es la paz concedida en la tierra a los hombres de buena voluntad: la vida del sabio consumado y verdaderamente perfecto.

De este reino pacífico y ordenado ha sido arrojado el príncipe de este mundo, que gobierna a los perversos y desordenados. Ya establecida y consolidada interiormente esta paz, cualesquiera que sean las persecuciones por él promovidas en el exterior, no logrará más que aumentar una gloria que es según Dios; nada conseguirá conmover de este edificio, antes al contrario, con el fracaso de sus maquinaciones, no hará más que patentizar la solidez de su construcción interna. Por esto añade nuestro Señor: Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos será el reino de los cielos.