MES DEL ROSARIO
Postrados ante una imagen de la Santísima Virgen (si es posible de Nuestra Señora del Rosario) se dirá:
Por la señal...
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, por ser Vos quien sois, bondad infinita, me pesa de haberos ofendido y propongo con vuestra gracia no pecar más; lo que espero mee concederéis por vuestra pasión y muerte, para perseverar en vuestro servicio hasta alabaros en el cielo. Amén
Se lee y medita la reflexión de cada día.
Día 28
La muerte y Asunción de Nuestra Señora
DESEO DEL CIELO
La Inmaculada Virgen María, abrasada en el Divino Amor, sólo suspiraba por su Amado, y su afecto y su corazón estaban fijos en el cielo. Cada día crecía más este amor y este deseo del cielo, y así, sin enfermedad ninguna, vio cumplirse el deseo de su corazón y que su Santísimo Hijo bajaba del Empíreo para transportarla allí, colmándola de gloria y de felicidad sempiterna. ¡Feliz tránsito el de la Virgen Madre! ¡Qué feliz muerte!
¡Muerte de amor divino para ir a gozar para siempre con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo!
Después de contemplar la feliz muerte de la Santísima Virgen, ¿temeremos tanto la muerte? Como sea la vida, así será la muerte. Si nos espanta tanto el recuerdo de ésta, ¿por qué no nos esforzamos para que sea buena nuestra vida, que nos asegure una buena muerte? Tememos la muerte porque no miramos más que lo que tiene de terrible para la naturaleza, y no vemos que es la que nos ha de hacer volar hasta Dios, que ella proporciona el ir a Dios. Por eso los Santos no la temían, sino al contrario, la deseaban santamente. Procuremos de ahora en adelante considerar la muerte como a un bien y esperarla sin temor.
Quiso Dios Nuestro Señor morir paira salvarnos; aceptemos la muerte de buena voluntad. Meditemos, muchas veces en ella, pensemos que es el puente de la tierra al cielo y queremos con alegría pasar por ella. No es de buenos cristianos el temerla; ¿por qué nos ha de asustar? ¡Qué crueldad cuando se vea a una persona querida o a un prójimo nuestro que va a morir, por temor de asustarles, no prevenirles para que se preparen y reciban los Santos Sacramentos! Es falta de caridad y cariño, puede ser causa de la condenación de aquella alma que una buena confesión hubiera llevado al cielo. Es preferible un saludable sobresalto, que un susto eterno al comparecer ante el tribunal Dios sin la debida preparación, sin estar purificada el alma y fortalecida con el Santo Viático. Roguemos a la Virgen María que por su gloriosa Asunción nos conceda una buena muerte y la gracia de recibir los Santos Sacramentos, muriendo en sus brazos y en los de su Divino Hijo Jesús.
PRÁCTICA
Hacer un acto de aceptación de la muerte, a los pies de una. imagen de la Virgen, y todos los días decir a Nuestro Señor, por medio de esta Santísima Madre: Dadnos, Jesús, buena muerte, por vuestra Pasión y Muerte.
PETICIÓN
Jaculatoria. Oh, María, Virgen digna de reverencia, ruega por nosotros.
Bendita sea tu pureza...