TODOS SOMOS RESPONSABLES DEL ANUNCIO
Reflexión diaria acerca de la Palabra de
Dios.
Puesto que todo el Pueblo de Dios es un pueblo enviado, la misión de
anunciar la Palabra de Dios es un cometido de todos los discípulos de
Jesucristo, como consecuencia de su bautismo. Ningún creyente en Cristo puede
sentirse ajeno a esta responsabilidad tampoco las realidades eclesiales: familia,
parroquia, comunidad, asociación y movimiento eclesial. Cada uno en su propio
estado de vida, está llamado a dar una contribución incisiva al anuncio
cristiano.
Los Obispos y sacerdotes son los primeros llamados a una vida
dedicada a anunciar el Evangelio, a celebrar los sacramentos y a formar a los
fieles en el conocimiento auténtico de las Escrituras. También los diáconos
han de sentirse llamados a colaborar, según su misión, en este compromiso de
evangelización.
La vida consagrada brilla en toda la historia de la Iglesia por su
capacidad de asumir explícitamente la tarea del anuncio y la predicación de la
Palabra de Dios, tanto en la missio ad gentes como en las más difíciles
situaciones, con disponibilidad también para las nuevas condiciones de
evangelización.
Los laicos están llamados a testimoniar el Evangelio en la vida
cotidiana dondequiera que se encuentren.
Los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades son en la Iglesia una
gran fuerza para la obra evangelizadora en este tiempo, impulsando a
desarrollar nuevas formas de anunciar el Evangelio.
Cfr.
Verbum Domini, 94