jueves, 23 de febrero de 2017

EL ROSARIO DE HOY CON SAN PEDRO DAMIÁN





Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial: Se celebra hoy la memoria de san Pedro Damiani, que promovió denodadamente la vida religiosa y en los tiempos difíciles de la reforma de la Iglesia trabajó para que los monjes se dedicasen a la santidad de la contemplación, los clérigos a la integridad de vida y para que el pueblo mantuviese la comunión con la Sede Apostólica. Fue obispo y cardenal. Falleció el día veintidós de febrero del año 1072.
Del culto a la Virgen María decía: Cualquier honor que le pudiésemos dar, está por debajo de sus méritos, ya que Ella nos ha preparado en su casto seno la Carne inmaculada que alimenta nuestras almas.
Imitémoslo honrando a la Virgen María y ofreciendo este rosario para que  todos los miembros de la Iglesia –Pastores, fieles, consagrados- estén en constante actitud de conversión del corazón para ser fieles a Jesucristo.
Señor mío Jesucristo….
MISTERIOS LUMINOSOS
1.-El Bautismo del Señor en el Jordán
El que dentro de este templo que es la Iglesia quiere ofrecerse a Dios en sacrificio necesita, una vez que haya sido purificado por el bautismo, revestirse luego de las diversas virtudes, como está escrito: Que tus sacerdotes se vistan de justicia; en efecto, quien renace en Cristo como hombre nuevo por el bautismo no debe volver a ponerse la mortaja del hombre viejo, sino la vestidura del hombre nuevo, viviendo con una conducta renovada.
2.-El Milagro de las Bodas de Cana
“Cada fiel es una pequeña Iglesia, lo que él hace u omite, influye sobre todos.”
3.- El anuncio del Reino invitando a la conversión.
 “Dios no tiene necesidad de retórica para atraerse a las almas, decía él. No envió a filósofos para evangelizar a los hombres.”
4.-La Transfiguración del Señor
“La oración es la elevación del alma hacia Dios y la petición de lo que se necesita de Dios.”
5.- La institución de la Eucaristía
“Aquí, mis queridos hermanos, os pido que penséis cómo somos deudores de la bienaventurada Madre de Dios, y qué de acciones de gracias le debemos rendir, después de a Dios, por tan gran beneficio. Pues este cuerpo de Cristo que Ella engendró y llevó en su seno, que envolvió en pañales, que alimentó con su leche con una solicitud materna, es el mismo Cuerpo que recibimos en el altar; es su Sangre la que bebemos en- el Sacramento de nuestra redención. Esto es lo que sostiene la fe católica, y lo que enseña la Santa Iglesia. No, no hay palabras humanas que sean capaces de alabar dignamente a Aquella de quien tomó su carne el Mediador entre Dios y los hombres. Cualquier honor que le pudiésemos dar, está por debajo de sus méritos, ya que Ella nos ha preparado en su casto seno la Carne inmaculada que alimenta nuestras almas. Eva comió un fruto que nos privó del eterno festín; María nos presenta otro que nos abre la puerta del banquete celestial.”