martes, 7 de febrero de 2017

PALABRA DE DIOS Y LOS SACERDOTES Reflexión diaria acerca de la Palabra de Dios.



 PALABRA DE DIOS Y LOS SACERDOTES
Reflexión diaria acerca de la Palabra de Dios.
El sacerdote es, ante todo, ministro de la Palabra de Dios; es el ungido y enviado para anunciar a todos el Evangelio del Reino, llamando a cada hombre a la obediencia de la fe y conduciendo a los creyentes a un conocimiento y comunión cada vez más profundos del misterio de Dios, revelado y comunicado a nosotros en Cristo. Por eso, el sacerdote mismo debe ser el primero en cultivar una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios; necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que ella penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de sí una mentalidad nueva: “la mente de Cristo” (1 Co 2,16). Consiguientemente, sus palabras, sus decisiones y sus actitudes han de ser cada vez más una trasparencia, un anuncio y un testimonio del Evangelio; solamente “permaneciendo” en la Palabra, el sacerdote será perfecto discípulo del Señor; conocerá la verdad y será verdaderamente libre».
La llamada al sacerdocio requiere ser consagrados en la verdad: Santifícalos en la verdad. Tu Palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo (Jn 17,17-18).
La Palabra de Dios es el baño que los purifica, el poder creador que los transforma en el ser de Dios. Y, puesto que Cristo mismo es la Palabra de Dios hecha carne (Jn1,14), es «la Verdad» (Jn14,6), la plegaria de Jesús al Padre, «santifícalos en la verdad», quiere decir en el sentido más profundo: «Hazlos una sola cosa conmigo, Cristo. Sujétalos a mí. Ponlos dentro de mí. Y, en efecto, en último término hay un único sacerdote de la Nueva Alianza, Jesucristo mismo».
Cfr. Verbum Domini, 80