PALABRA Y REINO DE DIOS
Reflexión diaria acerca de la Palabra de
Dios.
La misión de la Iglesia no puede ser considerada como algo facultativo o
adicional de la vida eclesial. Se trata de dejar que el Espíritu Santo nos
asimile a Cristo mismo, participando así en su misma misión: «Como el Padre me
ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,21), para comunicar la
Palabra con toda la vida. Es la Palabra misma la que nos lleva hacia los
hermanos; es la Palabra que ilumina, purifica, convierte. Nosotros no somos más
que servidores.
Es necesario, pues, redescubrir cada vez más la urgencia y la belleza de
anunciar la Palabra para que llegue el Reino de Dios, predicado por Cristo
mismo. Renovamos la conciencia de que el anuncio de la Palabra tiene como
contenido el Reino de Dios, que es la persona misma de Jesús. El Señor
ofrece la salvación a los hombres de toda época y todos los ámbitos de la
humanidad: la familia, la escuela, la cultura, el trabajo, el tiempo libre y
los otros sectores de la vida social. No se trata de anunciar una palabra sólo
de consuelo, sino que interpela, que llama a la conversión, que hace accesible
el encuentro con Él, por el cual florece una humanidad nueva.
Cfr.
Verbum Domini, 93