sábado, 11 de febrero de 2017

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES POR S.E.R. EUGENIO CARDENAL PACELLI V.O.T.



ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES 
POR S.E.R. EUGENIO CARDENAL PACELLI V.O.T.
¡Si, oh, Virgen Inmaculada, clementísima y poderosísima, Vos sois nuestra Madre! De vuestro trono de Reina del Cielo os habéis dignado venir entre nosotros a este rincón afortunado de la tierra francesa; e igual que la realidad de la fe, invisible al mundo pero no a la inocente niña elegida por Vos como confidente y colaboradora de las maravillas de vuestro amor por nosotros. Habeis hecho de esta peña de Massabielle una nueva montaña de la gloria de Dios en medio de las tinieblas de la incredulidad y del pecado; un faro luminoso de esperanza para la salvación de los pueblos. Pero esta montaña y esta gruta bendita evocan en nosotros el recuerdo de otra montaña y de otra gruta, el Gólgota y el Sepulcro donde vuestro dolor y vuestras lágrimas de Madre en la hora más aciaga y más divina de la Redención se unían a la suprema tortura, a la muerte y a la sepultura de vuestro Hijo crucificado, Redentor del mundo. En aquel día, con sus tinieblas, Oh, Reina de los Mártires, vuestra fe, vuestra esperanza, vuestro amor permanecieron firmes y dirigidos al cielo como Vos misma permanecíais de pie junto a la Cruz; allí Vos fuisteis proclamada nuestra Madre por la divina palabra de vuestro Hijo divino y por la Sangre que desde sus llagas descendía sobre Vos para teñiros de púrpura y consagrar vuestro amor por nosotros. De estas tinieblas ha surgido el sol de este día en que conmemoramos el cumplimiento de nuestra Redención.
¡Vos, nuestra Corredentora, Vos, primicias de la gracia de la Redención tened piedad de nosotros, vuestros pobres hijos! Dadnos el corage de vuestra Fe, la firmeza inconmovible de vuestra esperanza, el ardor de vuestro amor por Jesús, Hijo del Padre y vuestro Hijo, nuestro Redentor y nuestro hermano; interceded por nosotros cerca de Él, aplacad su justicia; obtenednos la luz de la Verdad y que ésta alcance también a los espíritus ciegos cuyo orgullo se levanta contra el Altísimo; que los extraviados y los inducidos al error hallen el camino correcto, y que por Vos, Reina de la Paz, triunfadora contra todo error, la Iglesia prosiga libremente sin mancha y expanda por el mundo los frutos divinos de la Redención. Proteged el rebaño bendito de vuestro Hijo y el Pastor augusto (Pío XI) que lo conduce por pasturas de salvación y que está presente en espíritu entre nosotros. Proteged a esta nación tan cara a vuestro corazón y a todo el pueblo cristiano acogido aquí a vuestros pies de todas las partes del mundo, o que al menos está vuelto a este lugar por el deseo y unido a nosotros por la oración. ¡Que por Vos, oh, Virgen Inmaculada, oh, Madre del Redentor, nuestra esperanza y nuestra salud, el olivo de la concordia y de la paz reflorezca sobre la tierra, reflorezca en los corazones la pureza, el ardor y la constancia en la virtud y el sacrificio para el bien; y que por sus méritos, la Sangre del Redentor nos abra las puertas del cielo y nos sumerja en el gozo de contemplaros, a Vos, oh, María, y a la Trinidad Santísima en los esplendores de los Santos! Así sea.
(Esta oración es el final del sermón pronunciado en Lourdes, el 28 de Abril de 1935, por S.E.R. Eugenio Cardenal Pacellli V.O.T. Aquí el texto completo del sermon: http://la-esquina.overblog.com/…/nuestra-redencion-lourdes-… ).