Comentario al Evangelio
DOMINGO DE SEXAGÉSIMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
EL SEMBRADOR.
La Voz que yo había oído del cielo,
de nuevo me hablo y me dijo: Ve, toma el librito abierto de manos del ángel…
Toma y cómelo, y amargara tu vientre, más en tu boca será dulce como la miel…
Me dijeron: es preciso que de nuevo profetices a los pueblos y a las naciones (Apoc.
10,8-11). En este trozo de San Juan están contenidos cuatro misterios sobre las
condiciones que ha de poseer el sembrador:
1.-LA
PALABRA DE DIOS INSPIRADA. Por eso se dice en el texto que se la oye y se
la recibe. Dos inspiraciones requiere la palabra de Dios: la primera, para ser
escrita o revelada, ya que gracias a ella nos hablaron y escribieron los santos
en la Sagrada Escritura (1 Petr. 1,11-ss); y la segunda, para iluminar nuestras
inteligencias, porque la ciencia adquirida hiere mortalmente si no es defendida
por un corazón humilde. Sin esta inteligencia, dada por Dios y recibida por la
humildad, no entenderemos la palabra inspirada.
2.-LA
PALABRA RECIBIDA COMO DE DIOS. San Juan recibe el libro de manos de un
ángel, lo cual enseña:
1.-
A no confiar en nosotros mismos.
2.-
Sino en Cristo
3.-
Y, por consiguiente, a dirigir a Él nuestras oraciones, pidiendo que nos
ilustre, y
4.-
A considerarnos como indignos de la palabra.
Predicador, cuanto menos confíes en ti, más gracias
te dará Dios. Llamad y se os abrirá
(Mt.7,7), porque la palabra de Dios está de tal manera condicionada a la
oración, que no parece sino que Dios estuviese encarcelado y solo por la
oración pudiésemos acercarnos a visitarle.
3.-LA
PALABRA DE DIOS SABOREADA. Toma y
come el libro, esto es, medita ávidamente, pues la verdad no meditada es
alimento no digerido. Pongamos un ejemplo. El predicador que no sabe compadecer
a los malos por los castigos a que se hacen acreedores, sino que,
exclusivamente, se llena de ira contra ellos, no ha meditado bien la palabra
divina.
4.-LA
PALABRA DE DIOS COMUNICADA. Es
preciso que de nuevo profetices a los pueblos, se le dice a San Juan,
porque la palabra de Dios se nos comunica para que seamos sus voceros y para
que renovemos la vida evangélica y cristiana. También a los apóstoles se les
dijo en cierta ocasión: Conducid mar
adentro y arrojad las redes (Lc. 5,4); al mar hondo de la vida, de la
caridad cristiana y de los interiores santos (art. 1).
San Bernardino de
Siena
Transcripto por Dña.
Ana María Galvez