domingo, 5 de febrero de 2017

COEXISTENCIA DE BUENOS Y MALOS. SE TÚ BUEN CRISTIANO Y CONVENCERÁS AL PAGANO CALUMNIADOR. San Agustín



¿Por qué tantos malos? “La abundancia de malos es buena materia de purificación para los buenos. Porque, en medio de esa multitud de malos, mezclados con ellos y ocultos viven los buenos y el Señor conoce a los que son suyos (2 Tim.2, 19). En manos de artífice tan grande, una hoja de oro no puede desaparecer en el gran montón de paja. ¡Qué inmensa cantidad de paja! ¡Qué escaso el oro! Más no temas. Es tan hábil el joyero, que puede purificar, pero no puede perder.” (5,5)
“No me vayas a decir: puesto que es necesario que existan los malos para probarnos, bastaría con que hubiese unos pocos, y muchos buenos. Pero ¿no te das cuenta que, si fuesen pocos, no podrían molestar a los que serían muchos? Date cuenta, hombre prudente, que si los buenos abundasen en gran manera sobre los malos, estos son se atreverían a perjudicar a los buenos.”
Los malos tampoco son tantos como parece. Lo que ocurre es que alborotan más. “Cuando el malo maquina tentaciones, tu rezas a Dios. En este lagar que es la iglesia debes comprobar y ver si el que daña en público no es una especie de alpechín, que corre a la vista de todos en este molino de aceite. El alpechín corre en público, el aceite se desliza por canales escondidos en busca de su lugar, y, a pesar de haberse deslizado oculto, sin embargo alcanza grandes alturas. ¡Oh hermanos míos, cuantos y cuantos en medio de esta lucha por la vida, en medio de la maldad de este mundo y en plena abundancia de males, han sabido retirarse y dirigirse a Dios! ¡Despidiéronse del mundo, repartieron presto sus bienes entre los pobres, aquellos que poco antes andaban robando los ajenos! En público se ven muchos raptores, invasores y expoliadores. Son el alpechín que corre por la plaza; en cambio aquellos otros, el uno aquí y el otro allá, que con corazón compungido han reflexionado sobre los avisos de Dios, y se han reído de las vanas esperanzas del siglo, y se han confiado a la esperanza celestial, después de cambiar sus amores y costumbres, todos esos son el aceite de la santidad, que se guarda en el molino; el vaso construido para honor de la gran casa, el oro en el fuego, y el grano en el horno. Esta es la belleza de la casa de Dios.” (9,9)
Los malos cristianos hacen muchas obras malas. Y las personas que están fuera (de la Iglesia) y no quieren convertirse al cristianismo, encuentran en aquellos muchas excusas. Al que le aconseja rendirse a la fe, suelen responder: ¿Quieres que yo sea como ése o aquel? Y nombra a uno o a otro. En ciertas ocasiones es verdad lo que dice. Pero cuando no puede encontrar a un individuo a quien señalar, tampoco le cuesta mucho trabajo lanzar una calumnia. Y como él calumnia con tanta seguridad, consigue que el oyente comience a sospechar. Y tú al oír a alguien decir tales cosas, como quizás has conocido en alguna ocasión a hermanos tuyos que son malos, piensas en tu interior: cierto es lo que éste me cuenta: peligros de los falsos hermanos. Pero no desfallezcas. Lo que él busca sé lo tú. Se tú buen cristiano y convencerás al pagano calumniador.” (6,6)
 San Agustín
Transcripto por Dña. Ana María Galvez