DÍA
NUEVE
I. El tornasol
1. El tornasol
sube recto hacia el cielo, se eleva sobre las demás flores, y en magnitud
las excede a todas. Su figura se asemeja a la del sol: forma un círculo
perfecto, y envía fuera de él sus hojas amarillas semejantes a los rayos
de este rey de los astros. Si tuviera perfumes y fragancia, disputara a la
rosa el cetro y la corona, por este defecto está privado de esta
gloria. Mientras puede, durante su infancia, juventud y
virilidad, mientras puede doblarse y moverse, va siguiendo al sol en
su curso de oriente a mediodía, de mediodía a poniente y mientras el
sol corre escondido, él vuelve, durante la noche, de poniente a levante y
allí le espera, y cuando amanece sobre el horizonte, inclina hacia él la
cabeza y le sigue. Viejo ya, no pudiendo menearse, se queda inmóvil y
tullido mirando a mediodía.
II. La prudencia
2. Todas las
virtudes morales han nombrado una reina que las gobierne, y la elección ha
recaído en la prudencia. Pero como ésta reconoce por superiora suya a la
caridad, ha tomado el título de virreina de todas las virtudes
morales. El tornasol es un emblema muy expresivo de esta virtud. Esta
planta, que se eleva sobre las demás en nuestros jardines, mira siempre al
Sol de justicia y le sigue doquiera que vaya; se inclina a su presencia,
toma de él sus luces y consejos y gobierna en la familia vegetal según un
dictamen que es siempre recto. Recta ratio agibilium. No tiene olor,
pero siémbrense a su alrededor sus corifeos, que son ocho yerbas
aromáticas de diferente especie, y suplirán con sus perfumes lo que falta
a su principal, y todas juntas compondrán un ramillete
perfecto. Corresponde a la prudencia el don de consejo.
III. La prudencia en María
3. María
conoció desde su inmaculada concepción sus destinos a proporción que le
fueron revelados. Se propuso un fin, y este fin no fue otro que el de la
salvación de la raza humana, corrompida y perdida por el pecado. A esta
tan alta y sublime misión ordenó toda su vida, todas sus acciones
y todos sus movimientos, y consiguió su propósito dándonos un Salvador.
La ordenación de toda su vida a la salvación del mundo, fue obra de la
prudencia.
IV. El tornasol en manos de María
4. ¿Está en tu
jardín el tornasol? En todas tus acciones, en todos tus negocios y
empresas, ¿miras y consultas a Dios, a la recta razón, al dictamen de tu
conciencia? ¿hay orden en tu modo de vivir? ¿vives a tu gusto, haces lo
que te place, obras según tus caprichos? Si así es, no hay en ti
la prudencia. Fija tu vista hacia el fin de tu creación, y
dirige según él y hacia él toda tu vida, y serás prudente. Si no
tienes prudencia, vives en desorden, y eres un jardín
arruinado. Busquemos esta flor y pongámosla en las manos de María, y
para sembrarla le dirás…
Presentación de
la flor
ORACIÓN.
Señora:
Yo desde hoy me comprometo, yo pro pongo y me resuelvo a vivir en adelante
según Dios, según el dictamen recto de mi conciencia y según razón.
Fuera caprichos, juicio propio y pasiones malas: ordenaré
mis acciones y mi vida según los eternos designios de Dios: así lo
tengo resuelto practicar. Recibid, Señora, esta flor; a vuestra maternal
solicitud confío su cultivo.