El
mismo amor verdadero que nos reconforta con el toque de su fuerza
bendita nos enseña que debemos odiar el pecado simplemente a causa del
amor. Y estoy segura, por lo que yo he sentido, de que cuanto más
consciente de esto es el alma amante en el cortés amor de nuestro Señor,
mayor es su odio al pecado y más se avergüenza de él. Pues si
tuviéramos frente a nosotros todo el dolor del infierno, del purgatorio y
de la tierra, con la muerte y todo lo demás, escogeríamos todo ese
dolor antes que pecar. Pues el pecado es tan vil y tan merecedor de ser
odiado que no puede ser comparado con ningún sufrimiento que no sea el
mismo pecado. Y ningún infierno más cruel que el pecado me fue revelado,
pues el alma amante no odia ningún dolor, sino el pecado; pues todo es
bueno salvo el pecado, y nada es malo salvo el pecado. Y cuando por la
acción de la gracia y la misericordia nos aplicamos a la misericordia y
la gracia, somos hechos completamente bellos e inmaculados.
Santa Juliana de Norwich “Visiones y Revelaciones”.