DÍA
QUINCE
I. El
jacinto
1. El jacinto, el junquillo, las varas de san José,
todo esto forma una misma familia; pertenece a los lirios. Por
la noche y las mañanas dan un olor muy fino y fuerte. Tiene cabeza y
varita como la justicia.
II. La gratitud
2. Debemos a todos nuestros benefactores
gratitud. Esta virtud es una buena disposición de ánimo que nos mueve
a dar muestras de agrado y de reconocimiento a todos aquellos de quienes
recibimos un favor. Debemos gratitud a Dios, a su santísima Madre, a
nuestros padres, a nuestros maestros y a todos los demás que nos
favorecen en lo espiritual y material.
III. La gratitud en María
3. En varias circunstancias dio María gracias a Dios
en nombre nuestro de un modo muy especial y eficaz: sintió en sus
entrañas purísimas a Dios Redentor, y vio en la encarnación el mundo
redimido; cuando le vio nacido, y cuando al pie de la cruz vio acabada la
obra de la redención; y en nombre propio por su inmaculada concepción y
por su elección por Madre de Dios. Fue agradecida a sus padres, a sus
maestros y sacerdotes en el templo, y a san José mientras vivió con él.
IV. La flor a María
4. ¿Piensas en los beneficios que estás
continuamente recibiendo de Dios? ¿los conoces? ¿los meditas? Te ha
criado, te ha redimido, te ofrece su amor, su gracia y los dones del
Espíritu Santo, te promete la gloria, te da la vida, la respiración y el
movimiento y cuanto tienes de bueno. Por estos favores ¿qué le dices? ¿le
bendices, le das gracias y te le presentas agradecido? Si con Dios eres
ingrato, un ingrato merece se le retiren los favores. Mira bien cómo está
en tu alma esta virtud, plántala, trasplántala, riégala, cultívala, y al
cogerla y presentarla
a María le dirás:
Presentación de la flor
ORACIÓN.
Reina de
los cielos: Yo os ofrezco el jacinto: recibidla flor que me pedís. Yo propongo,
yo me obligo, yo me resuelvo a ser agradecido a Dios y a Vos; a Dios, por
los beneficios de la creación, de la redención y de la vocación ydemás que
recibo cada día; y a Vos, por haberos dignado tomarme por hijo vuestro.
Aceptad estos mis propósitos, y haced que sean eficaces.