“Bienaventuranza.”
Reflexión diaria acerca de la Palabra de Dios.
El hombre busca siempre de forma más consciente o
no la felicidad. El deseo de felicidad es el motivo de todas nuestras acciones.
Desde la fe, sabemos que solo Dios puede colmar de
forma satisfactoria nuestra sed de felicidad; pues el que creó nuestro corazón
es el que puede llenarlo.
Dios al revelarse a sí mismo, ha querido también
mostrarnos el camino que hemos de seguir para llegar a la felicidad. A lo largo
de la Sagrada Escritura aparecen “Bienaventuranzas” donde se llama “Dichosos” a
aquellos que cumplen, viven, practican los mandamientos, la ley de Dios, camina
por sus decretos… etc… EL libro de los salmos se abre con una bienventuranza:
«Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados (...), sino que pone
su gozo en la ley del Señor» (Sal 1,12).
Jesús en su enseñanza utilizará también estas
formas y en el sermón de la montaña comenzará con las bienaventuranzas.
Desde una perspetiva mundana, Jesús llama
bienaventurados a personas que son o viven situaciones desgraciadas… y en cambio,
recibirán el premio a su sufrimiento.
El
mismo Jesús se retrata en cada una de ellas, porque el quiso ser “despreciado”
y “tenido por gusano”, para darnos a nosotros la posibilidad de la vida eterna…
Nosotros como cristianos podemos sentirnos dichosos si nos vemos en alguna de
esas situaciones, porque nuestro será el Reino de los cielos, siendo
conscientes de que la felicidad plena solo la tendremos en el cielo.