“BAUTISMO”. Reflexión diaria acerca de la Palabra
de Dios.
Jesús después de la Resurrección apereciéndose a
los apóstoles los envío al mundo entero con el mandato de bautizar a todas las
gentes. “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”
La Pascua es tiempo de tomar conciencia del gran
don del bautismo: signo sensible instituido por Cristo para darnos el perdón de
los pecados y la vida sobrenatural.
El símbolo principal del bautismo es el agua. De
hecho, la palabra bautizar viene de un verbo griego y significa lavar,
purificar, sumergir. Como símbolo natural, el agua tiene tres significados que
se realizan en el bautismo:
1).El agua como símbolo de la vida, pues si ella es
imposible que exista la vida. Dios la concede a su tiempo para que la tierra de
fruto. El pueblo de Israel experimenta su carencia y el peligro para su
supervivencia en el desierto donde Dios hace brotar agua de la roca. Jesús
dirá: Yo soy el agua viva, el que tenga sed que venga a mí. Por medio del agua
bautismal, los hombres recibimos la vida sobrenatural que hace posible nuestra
relación con Dios.
2.) El agua como símbolo de muerte, pues cuando
está viene en demasía produce destrucción. Recordemos los episodios bíblicos
del Diluvio y del Mar Rojo. Así el agua del
bautismo derramada sobre nuestras cabezas destruye el hombre viejo y sus
obras, aniquilando en nosotros el pecado.
3). El agua como símbolo de la pureza pues con ella
en la vida cotidiana limpiamos y purificamos. Pensemos en las prácticas judías
de purificación ritual, de la que nos queda por ejemplo el agua bendita que
tomamos al entrar en la iglesia o el lavabo que realiza el sacerdote antes de
revestirse y en el ofertorio. Como ilustrucción de este simbolismo está el
capítulo de Naamán el sirio que es mandado sumergirse en el Jordán siete veces
por el profeta Eliseo para quedar limpio de la lepra.
El bautismo que Juan realizó para disponer al
pueblo de Israel a la llegada del Mesías no era un sacramento, sino la
manifestación por parte de los fieles de un deseo de purificación y conversión.
Jesús queriendo ser bautizado por Juan en el Jordán
da realización a este deseo del pueblo cargando sobre sí al sumergirse en el
agua los pecados de la humanidad. Por eso, Juan lo señalará como el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo. Es en Cristo donde el bautizado puede
atravesar las aguas del Jordán y entrar en la tierra prometida de la vida de la
gracia, del cielo.
Seamos conscientes de la renuncia que hicimos en
nuestro bautismo así como las promesas, y vivamos conforme a ello dando muerte
en nosotros al viejo Adán y resucitando según el hombre nuevo que es Cristo,
Dios y hombre verdadero.