Día
veintiocho
I. La violeta
1. La violeta es una flor que si bien no viene en el
mes de mayo, pero se nos anticipa para darnos noticia que se pasaron
los hielos, se derritieron las nieves, y que está próxima la estación
bella de la primavera.
II. La modestia
2. Esta virtud, compañera de la templanza, mantiene
en el ánimo su compostura interior y en el cuerpo la exterior
contra su tendencia a honores, glorias, dignidades,
grandezas, ciencias, ornato exterior del cuerpo, gestos y movimientos
en las diversiones lícitas. La violeta esconde su flor entre las
hojas: la modestia cubre con sus actos externos lo que siente y tiene de
grande y se presenta a los ojos de los demás como una flor pequeña, pero
muy aromática, y es la primera que nos anuncia el buen tiempo y las
delicias de que gozará en el paraíso el hombre modesto y ordenado en todos
sus ímpetus interiores y gestos exteriores.
III. La modestia en María
3. Ni antes de ser elevada a la altísima dignidad
de Madre de Dios y de Reina de los cielos y tierra ni después tuvo
María en su ánimo movimiento alguno que la descompusiera, desarreglara ni
desordenara. Lo que tenía de Dios, lo ordenaba a Dios, y lo que tenía de
propio, lo atribuía a sí misma.
IV. La flor a María
4. Le vas a presentar hoy la modestia, esto es, un
todo ordenado y bien compuesto en el alma y en el
cuerpo. Entumecerse, hincharse y ensoberbecerse es tomar una figura
espiritual monstruosa. Evita esta descompostura y al poner tu flor en
manos de María, dile:
Presentación de la flor
ORACIÓN.
Señora:
Por la presentación de este mi ramillete yo me comprometo hoy a guardar
siempre modestia interior y exterior. Recibid una flor que tanto Vos amasteis:
aceptad mis resoluciones y haced que tengan fuerza y eficacia.