Santo Rosario.
Por la
señal...
Monición inicial: En este año se conmemora el centenario de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima
(Portugal) a tres niños para revelarles el misterios de su Inmaculado Corazón y
hacer un llamamiento a la conversión y a la penitencia. Sor Lucía, la mayor de
los niños a quién la Virgen se apareció nos transmite en sus memorias: «Las palabras que más se me grabaron en el
corazón, fue la petición de Nuestra Santísima Madre del Cielo: “No ofendan más
a Dios, Nuestro Señor que ya está muy ofendido”. ¡Que amorosa queja y que
tierna petición! ¡Como me gustaría que los hombres de todo el mundo y todos los
hijos de la Madre del Cielo escuchasen su voz!»
Acogiendo la
petición de la Virgen ofrecemos el rosario por la paz en el mundo, por el Papa
y la conversión de los pecadores.
Señor mío Jesucristo...
Primer Misterio
Glorioso
LA RESURRECCIÓN
DE JESÚS
Cuenta sor Lucía: “Fuimos bañados por una luz celestial que parecía
venir directamente de sus manos. La realidad de esta luz penetró nuestros
corazones y nuestras almas, y sabíamos que de alguna forma esta luz era Dios, y
podíamos vernos abrazada por ella."
Cristo con su resurrección
ilumina la vida de los hombres, dándonos la esperanza de nuestra propia
resurrección.
Renovemos nuestra fe y pidamos
perdón por aquellos que no creen.
TODOS: “Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo; os pido perdón por los que
no creen, no adoran, no esperan y nos aman”.
Segundo Misterio
Glorioso
LA ASCENSIÓN DEL
SEÑOR
Lucía preguntó a la Virgen: "¿Nos llevarás al cielo?" Si, me
llevaré a Jacinta y a Francisco muy pronto, pero tú te quedarás un poco más, ya
que Jesús desea que tú me hagas conocer y amar en la tierra. Él también desea
que establezcas la devoción en el mundo entero a mi Inmaculado Corazón.
Con la mirada puesta en cielo,
hemos de vivir en medio del mundo como testigos de Jesucristo. “Seréis mis
testigos hasta los confines del mundo”. La esperanza de ir al cielo, ha de motivarnos
a obrar el bien para nuestros prójimos practicando las obras de misericordia.
Renovemos nuestra esperanza y
pidamos perdón por aquellos que viven en la desesperanza.
TODOS: “Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo; os pido perdón por los que
no creen, no adoran, no esperan y nos aman”.
Tercer Misterio
Glorioso. LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE LOS APÓSTOLES REUNIDOS EN TORNO A
LA VIRGEN MARÍA
La Virgen dice a Lucía: “Hagan
sacrificios por los pecadores, y digan seguido, especialmente cuando hagan un
sacrificio: Oh Jesús, esto es por amor a Ti, por la conversión de los
pecadores, y en reparación por las ofensas cometidas contra el Inmaculado
Corazón de María.”
El Espíritu Santo es el amor de
Dios derramado en nuestros corazones. Por medio de él es como podemos amar a
Dios mismo y al prójimo. Hemos de multiplicar actos de amor a Nuestro Señor y a
la Virgen María cada vez más despreciados y olvidados por los hombres.
Renovemos nuestro amor a Dios y
pidamos perdón por los que no ama.
TODOS: “Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo; os pido perdón por los que
no creen, no adoran, no esperan y nos aman”.
Cuarto Misterio
Doloroso.
LA ASUNCIÓN DE LA
VIRGEN MARÍA A LOS CIELOS EN CUERPO Y
ALMA
Cuenta
Lucía: Los niños permanecían de rodillas
en el torrente de esta luz maravillosa, hasta que la Señora habló de nuevo,
mencionando la guerra en Europa, de la que tenían poca ninguna noción. Digan el
Rosario todos los días, para traer la paz al mundo y el final de la guerra.
Después de esto ella se comenzó a elevar lentamente hacia el este, hasta que
desapareció en la inmensa distancia.
La adoración es la
prosternación del hombre, que se reconoce criatura ante su Creador tres veces
santo. Solo las almas humildes son capaces de abajarse, de postrarse, de
adorar. El cielo es para las almas humildes, para las almas que quieren ser
como María: esclava del Señor. Renovemos nuestra adoración a Dios y pidamos
perdón por los que no adoran.
TODOS: “Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo; os pido perdón por los que
no creen, no adoran, no esperan y nos aman”.
Quinto Misterio
Glorioso.
LA CORANACIÓN DE
MARÍA COMO REINA Y SEÑORA DE TODO LO CREADO
En sus Memorias, Lucía nos
dice: La Señora vestía con un manto
puramente blanco, con un borde de oro que caía hasta sus pies. En sus manos
llevaba las cuentas del rosario que parecían estrellas, con un crucifijo que
era la gema más radiante de todas. Quieta, Lucía no tenía miedo. La presencia
de la Señora le producía solo felicidad y un gozo confiado
Al subir al cielo, la Virgen
Santísima no se aleja de la humanidad. Constituida como Mediadora entre su Hijo
y los hombres, la Virgen atiende a todos
con el amor propio de una Madre. El
Rosario es el lazo que ella nos tiende: quién lo reza puede estar convencido de
que Ella escuchará su oración.
Con el Ángel de la Paz, con los
Pastorcitos, con miles de almas que se han asumido en sus vidas el mensaje de
la Virgen de Fátima decimos:
TODOS: “Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo; os pido perdón por los que
no creen, no adoran, no esperan y nos aman”.