DÍA CINCO
I. La amapola. –
Roella
1. La amapola excede hasta a la
misma rosa en hermosura en variedad de colores: tiene, desde el blanco
más puro hasta el carmesí más encendido, graduación admirable. Salvaje en
los campos y cultivada en los jardines, es para esta estación una de sus
bellezas. Pero le falta el olor; mas no importa: las perfecciones están
repartidas y divididas entre las diferentes especies que adornan nuestros
jardines. Es semejante y tan semejante a la más bella de todas
las rosas, que, puesta a su lado y mezclada en ramillete con ellas,
se confunde a la vista y rivaliza en brillantez con ella.
II. La beneficencia
y las catorce obras de misericordia
2. La caridad tiene, además de
la misericordia, otra hija, y es la beneficencia. No nos basta la buena
voluntad, no nos basta un corazón que compadezca las miserias ajenas;
la caridad es obras, y éstas en su terreno son guiadas por
la beneficencia.
Las obras de misericordia son
catorce: las siete miran las necesidades corporales, y las otras siete las
espirituales de nuestros prójimos. Porque la amapola se asemeja a la
rosa, y tiene de ella su figura y belleza, la reconocemos como la más
propia para significarnos la beneficencia. No tiene en sí fragancia,
pero plántense a su alrededor yerbas aromáticas, y con ella formarán un
ramillete perfecto… plántense en medio de las catorce obras de
beneficencia figuradas en las yerbas odoríficas, y éstas suplirán lo que a
ella falta, y ella lo que a éstas.
III. La beneficencia
en María
3. María hizo con nosotros una
obra de misericordia tan grande, que no habrá otra igual. Estábamos
perdidos por la culpa original, y nos dio un salvador.
IV. La amapola en
manos de María
4. ¿Qué puedes hacer por el
bien de tus prójimos?
Si no tienes la caridad, nada,
o casi nada; porque sin la caridad, la beneficencia no es virtud perfecta
ni puede serlo:es, sí, lo que llamamos filantropía, y ésta de por sí, sin la
caridad su reina, no tiene mérito delante de Dios. Si tienes caridad,
si amas lo que Dios ama, si quieres lo que Dios quiere, puedes hacer por
el bien de los otros mucho y muchísimo. Has de hacer por los otros todo
cuanto esté en tu poder… Ofrécete a María, y ella ya te lo inspirará, y
dile:
Presentación de la amapola a María
ORACIÓN.
Señora: Yo me obligo a practicar en bien de
mis prójimos todas las obras de misericordia que pueda y que están en
mis manos. Tendré para todos aquellos con quienes me familiarizo, un
corazón afable, benigno, dulce, manso, y seré su servidor. Ni con
palabras, ni con obras, ni con gestos, ni directa o indirectamente les
contristaré, les molestaré ni mortificaré. Recibid, Señora, estos mis
propósitos, y haced que tengan un efecto siempre eficaz.