viernes, 28 de febrero de 2025

DÍA 1. EL CORAZÓN DE SAN JOSÉ TENÍA EN GRAN ESTIMA LA VIDA INTERIOR Y ESCONDIDA

DÍA 1

El corazón de San José tenía en gran estima la vida interior y escondida.

 

 

MES

EN HONOR

A SAN JOSÉ

Por un sacerdote

de la Congregación de la Misión

 

ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, (breve silencio)

pidiendo el auxilio de la Virgen María (breve silencio)

y del Ángel Custodio, (breve silencio)

acudamos a la presencia del Glorioso San José y supliquemos:

 

Dios te salve, José, lleno de la gracia divina.

Entre tus brazos descansó El Salvador

y ante tus ojos creció.

Bendito eres entre todos los hombres,

y bendito es Jesús,

el hijo divino de tu Virginal Esposa.

San José, padre adoptivo de Jesús,

ayúdanos en nuestras necesidades familiares,

de salud y de  trabajo,

hasta el fin de nuestros días,

y socórrenos a la hora de nuestra muerte. Amén.”

 

DIA 1

El corazón de San José tenía en gran estima la vida interior y escondida.

 

¡Cuán hermosa y cuán noble y saludable es la vida interior y escondida! ¡Se parece en cierto modo a aquella que Dios mismo tuvo a lo largo del curso infinito de los siglos antes de la creación del mundo, siendo conocido sólo por sí mismo y sólo en él! Vida desconocida para las criaturas, que no piensan en otra cosa que hacer famoso y glorioso su propio nombre entre los hombres, pero conocida por el Creador que aún hoy lleva el nombre de Dios perfectamente escondido, ora rodeado por un abismo de oscuridad, ora elevado a una altura inaccesible de luz; una vida baja y oscura en la opinión de los hombres, pero muy sublime y llena de claridad en la estima de los Ángeles: una vida por la que los sabios del mundo y los ambiciosos sienten aversión y desprecio, una vida que condena la vanidad y la locura de quienes se deleitan en vivir entre las multitudes del mundo y en la pompa de las calles y plazas. Esta vida interior y escondida era la vida de San José, una vida querida en su corazón, y por la cual tenía una estima incomparable porque está continuamente ocupada con los ejercicios de la gracia, y por tanto más noble que la conquista de reinos y el gobierno de imperios; y si a los ojos de los mundanos parece solitario, se vuelve público a los ojos de los habitantes del cielo. Sintió el más profundo transporte por esta vida interior y tranquila, porque sabía bien que era una vida purificada de los afectos terrenales, sostenida por sentimientos celestiales y enteramente ocupada en una admiración continua de las perfecciones de Jesús y María.

Es cierto que tras la revelación hecha por el Ángel a San José de que su purísima Esposa estaba llena de Dios, y que había concebido el Verbo divino por obra del Espíritu Santo, José pasó el resto de sus días, es decir, cerca de treinta años, en continua admiración y en éxtasis ininterrumpido. Si los dos Tobías, padre e hijo, después de haber sabido que quien había acompañado a Tobías a Ragés era realmente el arcángel Rafael, uno de los siete espíritus que incesantemente asisten ante el trono de la divina Majestad, quedaron tan sorprendidos de asombro que postrados con el rostro en el suelo permanecieron en esta posición por espacio de tres horas, mostrando así respeto y gratitud hacia su benefactor, tenemos razones más que suficientes para decir que José fue cautivado continuamente en el éxtasis más dulce en presencia de Jesús y María, un éxtasis no similar al que priva a las criaturas del uso de los sentidos y el poder de ocuparse de las cosas externas, estando entonces el alma enteramente ocupada en Dios sólo, como si estuviera separada del cuerpo, sino en un arrobamiento completamente interno, que la mantenía presente y unida a Dios y a las cosas de Dios, de tal manera que no le quitaba la libertad ni la fuerza ni la atención para dedicarse a los trabajos y asuntos temporales de su querida familia.

¿Y por qué no aprendemos de san José, que también nosotros demos importancia a una vida más celestial que terrenal, una vida que nos une a Dios y nos permite disfrutar en este valle de dolor del sabor del paraíso, una vida que Dios concede a sus amadas almas de acuerdo con la promesa que ha hecho de ella, y que él llama maná escondido, cuyos sabores más dulces son tales que no pueden entender o experimentar excepto aquellos que se dedican a gustarla? Aquí se podría decir que quien no prueba, no cree. No tenemos estima por esta vida porque no la conocemos, no la conocemos porque disfrutamos de otros alimentos halagadores que nuestro amor propio busca, alimentos que momentáneamente endulzan el paladar, pero que no sacian, no deleitan el corazón: no lo sabemos porque el espíritu está disipado, el corazón está distraído... Ah, ¿y hasta cuándo, oh almas devotas, permaneceréis en vuestra disolución espiritual? Dedícate a conocer la belleza de esa vida, aprovéchala al máximo y luego comienza a disfrutarla, apoyándote con confianza en la protección de san José.

 

JACULATORIA

Oh san José, que en la Circuncisión del divino Niño, le diste el nombre de Jesús,

ruega por nosotros.

 

AFECTOS

 

Oh bendito san José, por el dolor cruel que sentiste con ocasión de la Circuncisión del Divino Niño, y por el gozo con que se llenó tu alma al darle el nombre de Jesús, desde que recibiste noticia de ello desde el cielo, obtén para mí la resignación y fortaleza para soportar todas las penas y tribulaciones que Dios quiera enviarme para purificar mi corazón y encenderlo con un amor más ferviente. Déjame encontrar, como tú, todo mi consuelo y fuerza divina en ese dulce nombre que impusiste al Salvador del mundo. Ah, que este santo y terrible nombre sea mi consuelo en las aflicciones, mi luz en las dudas, mi guía en mis incertidumbres, mi fuerza en las tentaciones, y sea mi consuelo en mis últimas agonías y mucho más en la muerte, para que después de haberlo invocado, alabado y bendecido en la tierra, me sea dado venir a invocarlo, alabarlo y bendecirlo allí arriba en el cielo en el esplendor de los santos.

 

LETANÍAS A SAN JOSÉ

Indulgencia de 5 años, cada vez que se recitan. Indulgencia plenaria si diariamente se recitan devotamente durante un mes. Pio XI, 25 de marzo de 1935

 

Señor, ten misericordia de nosotros

Cristo, ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.

 

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

 

Dios Padre celestial,

ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo.

Dios Espíritu Santo.

Santa Trinidad, un solo Dios.

 

Santa María,

ruega por nosotros.

San José,

ruega por nosotros.

Ilustre descendiente de David.

Luz de los Patriarcas.

Esposo de la Madre de Dios.

Casto guardián de la Virgen.

Padre nutricio del Hijo de Dios.

Celoso defensor de Cristo.

Jefe de la Sagrada Familia.

José, justísimo.

José, castísimo.

José, prudentísimo.

José, valentísimo.

José, fidelísimo.

Espejo de paciencia.

Amante de la pobreza.

Modelo de trabajadores.

Gloria de la vida doméstica.

Custodio de Vírgenes.

Sostén de las familias.

Consuelo de los desgraciados.

Esperanza de los enfermos.

Patrón de los moribundos.

Terror de los demonios.

Protector de la Santa Iglesia.

 

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

escúchanos, Señor,

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

ten misericordia de nosotros.

 

V.- Le estableció señor de su casa.

R.- Y jefe de toda su hacienda.

 

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

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Querido hermano: si te ha gustado esta meditación del mes de san José, compártela con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.