Meditación XXIX
Temores y esperanzas
VIVA JESÚS!
Ó SEA
MEDITACIONES
SOBRE
LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO
San Enrique de Ossó, presbítero
Oración preparatoria
para antes de la meditación.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.
Composición de lugar.
Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.
***
Meditación XXIX
Temores y esperanzas
Punto primero. Si has hecho con fidelidad cada una de las meditaciones de las cuatro semanas, y has sacado el fruto que en cada una de ellas se te propone, oh hija mía, ¿no es verdad que tu corazón se siente enamorado del buen Jesús? Mas si no has sacado el fruto debido, ¡cuánto temo por tu salvación eterna! Como Madre que te amo y que daría gustosa mil vidas (Jesús lo sabe) por salvar tu alma, quiero abrirte mi corazón en este día y revelarte mis temores y esperanzas. Temo por tu salvación; temo que no vivirá Jesús siempre en tu corazón, porque eres joven y eres mujer, y por consiguiente... inconstante..., frágil..., sin experiencia..., con mil peligros que te cercan, y enemigos astutos que te combaten y se empeñan por todos los medios en perderte... Temo que dejes el cuarto de hora de oración..., y cobres hastío por las cosas santas..., y te canses de la vida devota..., y te desenamores poquito a poco del buen Jesús... Temo que una mala amiga..., un libro o novela impía..., una estampa fea..., una mala conversación..., un mal ejemplo..., un escándalo, te pervierta.
¡Eres tan débil, hija mía, y sobre débil, incauta!... Son tantos y tan poderosos los enemigos que te combaten, que mi corazón de Madre teme, y con fundamento, que no perseverarás en el amor de Jesús. ¡Ay! hija mía, una larga y triste experiencia me ha enseñado esta verdad. A cuántas jóvenes un día enamoradas de Jesús como tú..., con firme propósito de ser todas de Jesús como tú, un airecillo de vanidad, una lisonja, una palabra de amor, una mirada indiscreta han arrancado de su alma la expresión divina: Viva Jesús, y han gritado con sus palabras y sus obras: ¡Viva Satanás, viva el mundo, viva el pecado! ¿Sucederá a ti otro tanto, hija mía?... Mucho te amo, más preferiría verte muerta antes que entrara un pecado mortal en tu corazón... Jesús mío, da muerte de amor a mis hijas, si han de vivir la muerte del pecador. O amarte o morir.
Punto segundo. He ahí mis temores, hija mía. Se ha contristado profundamente mi corazón al reflexionar que no solo es posible, sino probable, atendida la humana fragilidad y los escándalos que hoy reinan en el mundo, que gritarás muera Jesús y viva el pecado; mas ten confianza, y esos temores se trocarán en dulces esperanzas si practicas mis consejos; busca una buena amiga, y sobre todo un buen confesor o director de tu alma, a quien nada ocultes por vergüenza ni malicia; frecuenta la Comunión, ama el retiro, detesta la vanidad y la lisonja, se humilde, obediente, hacendosa, y sobre todo, trabaja por enamorarte del buen Jesús, tratándole con confianza y amor en la oración, y desaparecerán mis temores y tendré segura confianza de abrazarte en el cielo; no te desarrimes nunca de la columna de la oración; medita sobre la vida del buen Jesús; sea Él tu modelo, al cual conformes tus pensamientos, palabras, y obras, y ten confianza, no temas, Jesús vivirá, reinará eternamente en tu corazón.
Madre mía de mi alma, santa Teresa de Jesús, temores y esperanzas se abrigan en mi corazón; reconozco que sin Jesús nada puedo, pero también creo que con su favor lo puedo todo; ayudadme, tendedme la mano, porque bien conocéis que soy joven y sin fuerzas para subir por el camino de la virtud, mas con vuestra ayuda cantaré victoria de todos mis enemigos y clamaré siempre: ¡Viva Jesús, mi amor; muera el pecado!
Fruto. Para asegurar mi salvación nada haré sin consejo del confesor o director de mi alma, y todos los días en la oración pediré conocimiento y amor de Jesucristo, ser santa e ir al cielo.
Padre nuestro y la oración final.
Oración final para todos los días.
Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.
***
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
***
¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos!
*
Ave María Purísima, sin pecado concebida.