lunes, 13 de enero de 2025

14. CAMA DEL NIÑO JESÚS. SAN Enrique de Ossó

Meditación XIV

Cama del Niño Jesús

 

VIVA JESÚS!

Ó SEA

MEDITACIONES

SOBRE

LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO

San Enrique de Ossó, presbítero

 

Oración preparatoria

para antes de la meditación.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.

 

Composición de lugar.

Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.

 

***

 

Meditación XIV (para el sábado)

Cama del Niño Jesús

 

Punto primero. Contempla, hija o hijo mío, al Niño Jesús recostado en el pesebre de Belén. Por no tener su pobre Madre, ni lana ni plumas con que prepararle el lecho, reúne un montoncito de paja dentro del pesebre, y sobre ellas recuesta al Hijo de Dios... ¡Cuán dura cama para un Infante recién nacido! ¡Cuán penosa para el Niño Dios por ser sus miembros, formados por el Espíritu Santo, extremadamente delicados y sensibles a toda clase de penas!... Pondera, hija o hijo mío, cómo la paja es el lecho propio de animales. Un niño, por pobre que sea, jamás ha sido recostado al nacer sobre un lecho de paja; ¡pero el Hijo de Dios no tiene otro sobre la tierra!... ¡Cuánta pobreza! ¡Cuánta humillación! ¡Cuánto sufrimiento! ¡Todo esto lo padece el buen Jesús por amor a los hombres! ¿Y no le corresponderás con amor?... ¡Oh mi amado Jesús! exclama, hija o hijo mío, a vista del pesebre, ¡cuando te veo más abatido, tanto más amable eres a mi corazón!... más rodeado de gloria apareces a mis ojos reclinado sobre pajas, que los hijos de reyes en su cuna de púrpura recamada de oro y pedrerías, porque Tú solo eres el Dios de mi corazón, mi amor, mi Jesús, todas las cosas. Viva Jesús mi amor.

 

Punto segundo. ¿No te ha movido a compasión, hija o hijo mío, ver al tierno Infante Jesús reclinado sobre duras pajas en un pesebre?... Si encontrases a un niño recién nacido en tan penoso estado, ¿no te esmerarías por darle alivio? Pues mira, tu Jesús es más digno de compasión que todos los niños más pobres y abandonados... ¿Quieres, pues, tú, darle un lecho blando y regalado, hacerle cama de rosas? ¿Sí? ¿No sabes dónde? Pues hazle una cuna en medio de tu corazón... este ha de ser la cama y el pesebre donde halle descanso y regalo tu Criador. Tu amor ardoroso será el fuego que calentará su cuerpecito tierno que está tiritando de frío... Tus obras de misericordia, los pañales en que será envuelto... Tu fidelidad a su amor, las fajas que sujetarán sus miembros... No importa que tu corazón haya servido de pesebre donde toda clase de pasiones hayan tomado alimento y se hayan guarnecido como inmundos animales. Ofréceselo con amor y lo aceptará santificándolo con su presencia... Pregúntale al Niño Jesús: ¿Por qué estáis recostado sobre pajas, y no sobre los brazos de vuestra Madre?... ¿No son éstos, por ventura cama más blanda y regalada por ser más amorosa? Por ello, te responderá Jesús, rehusé este alivio, porque venía al mundo a padecer, a enseñarte la mortificación de los sentidos, a salvar a los hombres por la cruz… ¡Oh Jesús mío! no me quejaré más de los trabajos de esta vida, pues Vos siendo inocente, tanto sufrís por mí. ¿Qué mucho que yo, pecadora, sufra algo, todo por mi Jesús y por satisfacer por mis pecados? De hoy más como mi santa Madre Teresa exclamaré: “O morir o padecer por mi Jesús”.

 

Fruto. Haré en mi corazón una cuna o pesebre para mi adorado Niño Jesús, y la adornaré con flores de todas las virtudes, en especial de silencio y mortificación de mis sentidos. Todo por Jesús.

 

Padre nuestro y la oración final.

 

 

Oración final para todos los días.

Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.

 

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.