Meditación II
Jesús Hijo de Dios e Hijo de María
VIVA JESÚS!
Ó SEA
MEDITACIONES
SOBRE
LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO
San Enrique de Ossó, presbítero
Oración preparatoria
para antes de la meditación.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.
Composición de lugar.
Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.
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Meditación II
Jesús Hijo de Dios e Hijo de María
Punto primero. Tu primera meditación, hija o hijo mío, sobre la vida de Jesús, debe ser acerca de su divinidad. Aviva la fe al meditar en Jesús, y cree que Jesucristo es Dios y hombre verdadero. Que en cuanto Dios es la segunda persona de la Santísima Trinidad, el Hijo, el Verbo del eterno Padre, Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, igual al Padre en poder, sabiduría, bondad y demás atributos… Él es el que crió los cielos, la tierra y cuanto hay en ella, y conserva y gobierna todas las criaturas… Que en un instante, con una palabra, con un simple deseo de su voluntad soberana, así como crió el mundo, puede aniquilarlo, o criar millones más perfectos y hermosos… Este Jesús en cuanto Dios todo lo ve, todo lo sabe, en todo lugar está presente, todo lo ha de juzgar, y premiar o castigar eternamente… Esta fe has de tener, hija o hijo mío, y has de procurar avivar cuantas veces meditares sobre la adorable persona de Jesucristo… De este modo tu corazón le amará con más fuerza, le tratarás con mayor reverencia, le servirás con mayor fidelidad y cariño. ¡Oh hija mía! Jesucristo es Dios verdadero. Ámale, adórale, sírvele con todo fervor y con todo tu corazón.
Punto segundo. Jesucristo en cuanto hombre es Hijo de María siempre Virgen Inmaculada, concebido por obra del Espíritu Santo, y que vivió nueve meses encerrado en el seno virginal de María… Nació en Belén en un establo, fue adorado de los pastores y reyes Magos…, circuncidado…, perseguido por Herodes…, fugitivo y desterrado a Egipto…, obediente a sus padres…, trabajando en el oficio humilde de carpintero en Nazaret, hasta los treinta años, para después pasar por el mundo haciendo bien a todos…, padeciendo y muriendo por fin en una cruz… ¡Y todo esto por amor a los hombres! Y ¡pobre Jesucristo!, ¡pobre Jesucristo! a pesar de amarnos tanto, más que ninguno de este mundo, no es amado, aun por los que se llaman cristianos; es despreciado…, blasfemado… ¡Qué ingratitud! No lo hagas tú así, hija o hijo mío. Ya que Jesús cuando vivía en el mundo manifestó especial cariño a los niños y pecadores, agradándose de verse de ellos rodeado, y abrazándolos y bendiciéndolos muchas veces, corresponde a este amor, y suple con tu ardoroso afecto la frialdad o ingratitud de los cristianos.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, creo que sois Hijo de Dios vivo y de María Inmaculada: mi redentor, mi salvador, y por profesar esta fe estoy dispuesta a dar mi sangre. Os amo y os adoro por todos los que no os aman ni os adoran. Aumentad mi fe, esperanza y amor hacia Vos. Amén.
Fruto. Repetiré muchas veces con gran fe, confianza y amor: Cristo Jesús, Hijo de Dios vivo, ten piedad de mí y de los pobres pecadores. Viva Jesús en todos los corazones. Amén.
Padre nuestro y la oración final.
Oración final para todos los días.
Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.