sábado, 11 de enero de 2025

12. UNA VISITA A SOLAS AL NIÑO DE BELÉN. SAN Enrique de Ossó

Meditación XII

Una visita a solas al Niño de Belén.

Suspiros de Jesús

 

VIVA JESÚS!

Ó SEA

MEDITACIONES

SOBRE

LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO

San Enrique de Ossó, presbítero

 

Oración preparatoria

para antes de la meditación.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.

 

Composición de lugar.

Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.

 

***

Meditación XII (para el jueves)

Una visita a solas al Niño de Belén.

Suspiros de Jesús

 

Punto primero. Contempla, hijo o hija mía, al Niño Jesús reclinado sobre pajas en el pesebre en las altas horas de la noche, sin que tenga otra compañía que María y José. Ven, pues, a visitarle, que estando solo admitirá mejor tu ruin compañía. Pide permiso a María y José para que te dejen a solas con tu Jesús, rogándoles se retiren a tomar un poco de descanso, que bien lo necesitan, mientras tú velarás y arrullarás la cuna del Niño Jesús... ¡Oh si les merecieses esta confianza!... Imagínate, pues, ya sola con Jesús.

¡Contémplale! ¿No es verdad que es el más hermoso entre todos los hijos de los hombres? ¿No observas cómo su rostro aparece bañado de luz celestial? ¿Qué dice tu corazón? Acércate a esta cuna que toda respira pobreza, y aplica el oído atentamente, y oirás una sola palabra que repite sin cesar y en cada momento con mayor fuerza el divino Jesús: Te amo, te amo, hijo o hija mía, y te amo con infinito amor... ¿Qué le respondes tú?... ¿Qué le dices? Dile con todo tu corazón: os amo, Jesús mío de mi alma, os amo sobre todas las cosas. Vos seréis siempre el Dios de mi corazón, el Rey de mi amor. ¡Viva Jesús mi amor!

 

Punto segundo. Observa cómo suspira el Niño Jesús en la soledad del pesebre. Es el suspiro señal del amor, ansia viva de alguna cosa, un deseo no satisfecho. ¡Suspira el Niño Jesús! Dile con sinceridad: ¡Oh mi divino Niño! ¿No podré saber yo la causa de estos suspiros?... ¿Qué os falta para estar satisfechos vuestros deseos?... Vuestra soy, Jesús mío, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?... Decid, dulce Amor mío, decid, que a todo diré que sí; pues del todo me rendí, ¿qué queréis, Señor, de mí? preparado está mi corazón para contentaros... ¡Oh hijo o hija mía!, exclama Jesús: aún no soy dueño completo de tu alma. Otros amores, que son otros tantos ídolos, registro en tu corazón. Por eso suspiro, porque no eres toda mía, toda de Jesús, como Yo soy todo tuyo. No lo es tu memoria, que tan poco te acuerdas de Mí, y en tan feas y frívolas cosas la ocupas... No lo es tu entendimiento, que tan poco trabaja en conocerme… No lo es tu corazón, que para todas las cosas, aún las más ruines, tiene amor de sobras, menos para Mí, el más hermoso de los hijos de los hombres... ¡Pobre Jesús, pobre Jesús!

 

Punto tercero. ¿Qué dices a estas reconvenciones, hija o hijo mío? No salgas de esta visita sin consolar a Jesús..., no acabes este cuarto de hora de oración sin ofrecerle y sacrificarle lo que Él exige de ti. La mortificación de aquella pasión mal domada..., la enmienda de aquel vicio..., la fuga de aquella ocasión..., compañía o pasatiempo peligroso... No seas descortés y regatona con el atento y generoso Jesús... Dile de corazón muchas veces: ¿Qué queréis Señor de mí?... y lo que le plazca eso haz, hoy, en este momento... ¡Oh Jesús mío! quiero ser toda de Jesús, como Vos sois todo mío, cueste lo que costare, murmure quien murmurare, trabajase lo que se trabajare, más que se hunda el mundo: ¡Viva Jesús, soy de Jesús! ¡Oh mi Inmaculada Madre María y Señor mío san José! Ayudadme en tan noble empresa hasta ser, como mi Maestra santa Teresa, toda, toda de Jesús, en vida, en muerte por toda la eternidad.

Fruto. Me privaré hoy del juego y de ir al paseo por amor de Jesús. No hablaré palabra sin necesidad. ¡Viva Jesús mi amor!

 

Padre nuestro y la oración final

 

Oración final para todos los días.

Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.

 

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.