Meditación XXI
La primera palabra del Niño Jesús
VIVA JESÚS!
Ó SEA
MEDITACIONES
SOBRE
LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO
San Enrique de Ossó, presbítero
Oración preparatoria
para antes de la meditación.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.
Composición de lugar.
Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.
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Meditación XXI
La primera palabra del Niño Jesús
Punto primero. Ven conmigo al desierto de Egipto, hija o hijo mío, y oirás por vez primera la voz suavísima del Verbo eterno hecho hombre, del dulcísimo Niño Jesús... María está bañando los pañales en la fuente que, según bella tradición, milagrosamente ha hecho brotar Jesús al herir con su piececito el duro suelo... San José está entreteniendo al Niño Jesús, como nos lo describe un piadoso pintor, mostrándole una crucecita, hacia la cual alarga sus manecitas para cogerla... María contempla esta tiernísima escena con gran gozo de su alma, mientras continúa lavando... Cuando he ahí que el Niño coge una vez la crucecita que le mostraba san José, y exclama por vez primera: ¡Madre, Madre mía!... ¡Quién pudiera sondear, hija o hijo mío, los secretísimos torrentes de purísimo gozo con que esta palabra inundó el corazón maternal de María! ¡Hijo mío Jesús! exclamó María corriendo a abrazar y besar a su Hijo. ¡Madre mía! repetía Jesús, pendiente del cuello de María, Hijo mío Jesús, Jesús Hijo mío, repetía otra vez María abrazando y apretando contra su seno al Hijo de Dios... ¡Quién pudiese participar de tan purísimo gozo! ¡Quien oír voz tan divina y dulcísima! Jesús y María, dadme a gustar algo de vuestra alegría, para que mi alma se derrita toda en vuestro amor.
Punto segundo. Considera ahora tú, hija o hijo mío, cuál ha sido la primera palabra que salió de tu corazón, que pronunciaron tus labios. Como Jesús, tenías obligación, al llegar al uso de razón, de dirigir tu primera palabra a tu Dios y Señor. ¿Lo hiciste así? O en lugar de dirigirte al Señor y decirle: Padre mío, que estás en los cielos, os amo sobre todas las cosas, ¿le volviste las espaldas y te convertiste a las criaturas con grave injuria del Criador?... Si tal hiciste, llora tu pecado y conviértete a tu Padre y Señor... Clama, no ceses, Padre mío, que estás en los cielos, perdóname... Madre mía, que estás en los cielos asistidme... María, Madre mía de mi alma, dejadme llamaros con este dulce nombre... contadme siempre en el número de vuestras hijas... Quiero repetir siempre en vida y en la muerte: María, Madre mía de mí alma, Madre mía de mi corazón, os amo, hacedme santa, salvadme.
Fruto. Todos los días mi primera palabra al levantarme y la última al acostarme será: Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. Viva Jesús.
Padre nuestro y la oración final.
Oración final para todos los días.
Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.