domingo, 26 de enero de 2025

27. ENTRETENIMIENTO DEL NIÑO JESÚS. San Enrique de Ossó


 

Meditación XXVII

Entretenimiento del Niño Jesús

 

VIVA JESÚS!

Ó SEA

MEDITACIONES

SOBRE

LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO

San Enrique de Ossó, presbítero

 

Oración preparatoria

para antes de la meditación.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.

 

Composición de lugar.

Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.

 

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Meditación XXVII

Entretenimiento del Niño Jesús

 

Punto primero. A los niños os gusta jugar, hija o hijo mío, entreteneros algún rato en honesta recreación, porque no puede siempre el ánimo estar ocupado en serias tareas. El buen Jesús, niño como vosotros, también tenía sus entretenimientos santos... Me preguntaréis cuáles eran los entretenimientos del Niño Jesús. Pues atended. Considerad cómo pasaba sus ocios santos. Unas veces se entretenía en fabricar crucecitas de los desperdicios de madera... Y ¡cuántas no fabricó el Niño Jesús en los años que vivió retirado en la tienda de Nazaret! ¿No es verdad, hija o hijo mío, que si te hubiese ofrecido el Niño Jesús una cruz por sus manos labrada, la hubieras aceptado con gusto y guardado con sumo aprecio y veneración cual si fuese riquísima reliquia?... Pues mira, esos disgustillos que sientes al obedecer a tus padres y superiores en lo que te mandan, esa repugnancia por vencer tus caprichos y rarezas que te dominan... son crucecitas que te presenta el Niño Dios, y te dice: Obedece, hija o hijo mío, a tus padres como Yo les obedecí, cueste lo que cueste... Véncete a ti misma. Esa pequeña cruz Yo te la preparé en Nazaret... ¿la rehusarás viniendo de mi mano?... ¡Cuán poco me amarías si tal hicieses! tómala y llévala con amor; sean tus entretenimientos darme gusto siguiéndome, venciéndote a ti misma... ¿Qué le respondes al buen Jesús, hija o hijo mío?... ¿No es verdad que le complacerás?... Sí, Jesús mío, todo lo haré y sufriré por Jesús.

 

Punto segundo. El Niño Jesús se entretenía también en fabricar redes. Aquellas benditas manos que fabricaron los cielos no se desdeñaron de tejer redes amorosas con que prender corazones... Jesús, que más tarde había de escoger a sus primeros apóstoles para hacerles después pescadores de hombres, también quiso entretenerse en esta modesta ocupación. Su humanidad santa... sus infinitas perfecciones... los beneficios que hacía a los hombres... eran el cebo amoroso con que había de prender las almas y encadenarlas en su servicio y amor. Contempla al Niño Jesús arrojando estas hermosas redes en las corrientes de las aguas de esta vida, afanado por coger corazones; ¿no dejarás que el tuyo se aprisione en estas amorosas redes? Más aún, ¿no le ayudarás en tan divina tarea al buen Jesús, haciendo que miles de corazones sean cautivos de su amor? ¡Oh, qué feliz ocupación! dichosa tú mil veces, hija o hijo mío, si la muerte te sorprende en tan divino entretenimiento. ¡Qué paz en vida! ¡Qué consuelo en muerte! ¡Cuánta gloria gozarás en el cielo!

 

Fruto. Moveré otros corazones al amor de Jesús con mis palabras y buen ejemplo.

 

Padre nuestro y la oración final.

 

Oración final para todos los días.

Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.

 

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.