Meditación V
Latidos del Corazón de Jesús en el seno de María.
VIVA JESÚS!
Ó SEA
MEDITACIONES
SOBRE
LA INFANCIA Y VIDA OCULTA DE JESUCRISTO
San Enrique de Ossó, presbítero
Oración preparatoria
para antes de la meditación.
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón y me pesa de haberos ofendido, por ser bondad infinita, a Vos consagro este cuarto de hora de oración para que me deis gracia eficaz para conocerme y conoceros, amaros siempre más que todos los corazones, y haceros amar por todos. ¡Oh Padre eterno, oh María Inmaculada! dadme a conocer a vuestro Hijo Jesús, señor san José y santa Teresa de Jesús, descubrid a mi alma los encantos y perfecciones de vuestro Jesús, para enamorarme de sus bondades y hermosura, y ser toda de Jesús ahora y siempre. Amén.
Composición de lugar.
Imagina que se te presenta el divino Niño Jesús bajo la forma agraciada de pastorcillo de las almas, que tiene en su mano la marca que dice: ¡Viva Jesús! Imagínate tú, su ovejuela, hasta hoy descarriada, postrada a sus pies, convertida y desengañada, y que le pides que te marque por suya y grabe en tu exterior, y en lo más íntimo del corazón: Viva Jesús mi amor: soy toda de Jesús mi Redentor.
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Meditación V (para el jueves)
Latidos del Corazón de Jesús en el seno de María.
Punto primero. Debes estar muy atenta en esta meditación, hija o hijo mío, si quieres sacar gran provecho. Cierra los ojos y oídos del cuerpo, y con los del alma oye los suspiros de tu Dios. El divino Verbo, al encarnarse en el seno de María, se ofreció al eterno Padre por la salud de los hombres. Aplica, hija o hijo mío, el oído de tu alma, y oirás cómo este tierno corazón suspira por ti, ora al eterno Padre por ti, le presenta sus sufrimientos para que te sean fructuosos. “Padre mío, le dice, todas las víctimas ofrecidas a Vos hasta aquí, no han bastado ni podían bastar a satisfacer vuestra justicia; me habéis dado un cuerpo pasible, para que con la efusión de mi sangre os aplaque y salve al mundo; heme, pues, aquí pronto a hacer vuestra voluntad”. Desde este momento Jesús clamaba: “Mi ignominia está siempre delante de mí: seré saturado de oprobios. Debo ser bautizado con bautismo de sangre, y ¡ay!, ¡cuánto se angustia mi corazón hasta que llegue este día!” Amaba el Corazón de Jesús esta oblación y este sacrificio; pero ¡cuánto no había de sufrir su Corazón al aceptarlo! Esto hace Jesús por ti; y tú ¿qué has hecho por Él? “Os amo, os adoro, me ofrezco por la salud de los hombres. Padre mío: os amo, me inmolo y sufro por vosotros, oh hombres, hermanos míos”. He ahí los dos movimientos del Corazón de Jesús, los dos latidos y aspiraciones continuas de su amor.
Punto segundo. Aplica ahora, hija o hijo mío, la atención seriamente a tu corazón, y observa cuáles son los latidos que da, por quién y por qué suspira y vive... Quizá no habrás jamás hecho este examen, el más necesario para ordenar tu vida y asegurar tu salvación eterna...Tal serás cuales son las cosas que amas... ¿Qué amas, hija o hijo mío? Atiende por lo que suspiras, qué deseas, en qué piensas más a menudo... El amor es como esas fuentecitas que manan al lado de un arroyuelo, que de continuo bullen y elevan la arena que les impide subirse a lo alto; o como el fuego que nunca está quieto, y sube y consume lo mismo que le alimenta. Si amas la virtud, las cosas celestiales, al buen Jesús, por ello latirá tu corazón y se moverá y suspirará... Mas si amas el pecado..., las cosas del mundo..., la vanidad, por estas cosas suspirarás, en esto pensarás... ¿Qué dices, hija o hijo mío? ¿Está frío, helado tu corazón por Jesús y por sus divinos intereses? ¿O se halla apasionado, ardoroso por la vanidad? Examínalo y propón la eficaz enmienda, caso que no suspire y no ame todas las cosas en Jesús, con Jesús, por Jesús y para Jesús.
Fruto. Cada día por la mañana haré examen de previsión para dominar los afectos de mi corazón, a fin de que no busque, ni desee, ni ame en todas las cosas más que a Jesús y por Jesús. ¡Viva Jesús!
Padre nuestro y la oración final.
Oración final para todos los días.
Os doy gracias, Jesús de mi corazón, por el conocimiento y amor de Vos que me habéis comunicado en este cuarto de hora de oración, y por los santos propósitos que me habéis inspirado para conoceros y amaros y haceros conocer y amar de otros corazones… Os lo ofrezco todo a vuestra mayor honra y gloria… ¡Oh Padre eterno! Por María, por José y Teresa de Jesús, dadme gracia para decir siempre con toda verdad: Viva Jesús mi amor; soy toda de Jesús en vida, en muerte y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.