IV DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA
Homilía de San Jerónimo, Presbítero.
Libro 1 de los Comentarios en el cap. 8 de San Mateo.
El quinto milagro lo realizó subiendo a la embarcación en Cafarnaún mandando a los vientos y al mar. El sexto, en la región de los Gerasenos dio poder a los demonios para pasar a los puercos. El séptimo, al entrar en la ciudad curó al segundo paralítico en su camilla. El primer paralítico curado fue el criado del Centurión.
Él, empero, dormía. Y le despertaron: “Señor, sálvanos”. Una figura de este milagro la leemos en Jonás, cuando, peligrando los demás, él duerme y le despiertan; y con su poder y el misterio de su pasión libra a los que le han despertado. “Entonces, levantándose, mandó a los vientos y al mar”. Esto nos demuestra que todas las criaturas reconocen al Creador. Lo mismo si las increpa que si las manda, experimentan su imperio. Y esto, no porque sea cierto que todo tiene alma, sino a causa de su majestad como Creador, ante la cual se muestra sensible lo que para nosotros es insensible.
Dijeron: ¿Quién es éste, a quien los vientos y el mar obedecen? No se admiraron los discípulos, sino los marineros y los demás que estaban en la nave. Mas, si alguno pretendiere que fueron los discípulos quienes se admiraron, a ello responderemos que muy propiamente son aquí llamados “hombres” aquellos que aún no conocían el poder del Salvador.