DOMINGO
DE SEXAGÉSIMA
Comentario
al Evangelio
Jesús está en medio de las
olas, de un lado y de otro lo golpea el mar, y Él, seguro de su majestad, hace
acercar a tierra su navecilla; pero el pueblo, no expuesto a ningún peligro ni
rodeado de tentaciones que no podría soportar, está de pie a la orilla sin dar
un paso, para oír lo que se le dice.
La muchedumbre no es de un solo
parecer, sino de diversas voluntades en cada una de las personas. Por eso les
habla en muchas parábolas, a fin de que según sus diferentes voluntades,
reciban diversas enseñanzas. Y ha de observarse que nos le hablo en parábolas
de todas las cosas, sino de muchas. En efecto, si todo se lo hubiera dicho en
parábolas, el pueblo se hubiera retirado sin ningún aprovechamiento. Mezcla las
cosas trasparentes con las oscuras, para,
por medio de las que entienden, incitarlos al conocimiento de las que no
entienden.
He aquí que el que siembra
salió a sembrar. Estaba dentro, se movía en casa, contaba secretos a los
discípulos. Salió, por tanto, de su casa, el que siembra la palabra de Dios para sembrarla en las
muchedumbres. Y se significa que este sembrador que siembra es el Hijo de Dios
y que siembra en el pueblo la palabra de su Padre. Y observarás al mismo tiempo
que ésta es la primera parábola que está expuesta con su interpretación, y tengamos
muy en cuenta que, dondequiera que el Señor explica sus palabras, y, a ruegos
de sus discípulos, las razona en secreto, no queramos entender otra cosa ni más
ni menos que lo expuesto por él.
San Jerónimo