MEDITACIÓN PARA EL DOMINGO INFRAOCTAVA DE LA
ASCENSIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
San Juan Bautista de la Salle
En
el evangelio de este día predice Jesucristo a sus Apóstoles las persecuciones
que habrán de padecer por parte de los judíos, quienes los arrojarán de sus
sinagogas y asambleas (1), y los tendrán por excomulgados e indignos de
conversar con ellos.Así miran los mundanos a quienes se han consagrado a Dios y, sobre todo, a quienes dejaron el mundo: los : vejan, injurian, ultrajan y zahieren como a malhechores, porque, según dice el Señor, no son del mundo ¡2).
De tal suerte tenéis que esperar ser tratados vosotros, mientras viváis según el espíritu de vuestro Instituto, y trabajéis con provecho en bien del prójimo; pues, aborreciéndoos el demonio, tampoco podrá soportaros el mundo, estrechamente asociado a él.
Correspondedle vosotros en pie de igualdad: será ése uno de los mejores medios para manteneros en la vida piadosa, en el retiro y alejamiento del mundo.
Jesucristo predice a los Apóstoles, no sólo que serán rechazados y ultrajados por los judíos, sino, además, que quienes los mataren, se persuadirán de que prestan un gran servicio a Dios (3).
Si en nuestros días no se da muerte a quienes se consagran a Dios y trabajan por su gloria, ¿qué no se hace, con todo, para denigrarles con las más ruines calumnias, tratándolos como indignos de vivir?
Por vuestra parte, debéis holgaros de que procedan así con vosotros; consideraos incluso como muertos para el mundo, y estad decididos a no entablar comunicación alguna con él. Si verdaderamente sois de Dios, seréis enemigos del mundo, y el mundo lo será vuestro, por serlo de Dios.
Tratadlo, pues, como a tal; aborreced su frecuentación y no le permitáis el menor acceso a vosotros, por miedo de que, si os relacionáis con él, acabéis participando de su espíritu.
La razón de que el mundo maltrate y ultraje así a sus discípulos es, como el mismo Jesucristo dice, porque ese mundo " no le conoce a El ni al Padre que le envió " (4).
Y, de hecho, los mundanos no se aficionan de ordinario sino a sus semejantes, o sea, a quienes se complacen en lo que halaga a los sentidos. No conocen a Dios, sino de modo muy imperfecto: por lo cual no piensan en Él, no hablan ni oyen gustosos hablar de Él, y sólo de tarde en tarde, se dirigen a El por la oración. De ahí el desprecio que abrigan - y que a menudo demuestran - respecto de los siervos y amigos de Dios.
A veces, tenéis que instruir a niños que no saben quién es Dios, porque fueron educados por padres que tampoco le conocían. Empeñaos en estudiarle vosotros tan cumplidamente, por la lectura y la oración, que os pongáis en condiciones de descubrir a los demás lo que de El sabéis, y de conseguir que le amen aquellos a quienes le habéis dado a conocer.