EL TRIUNFO DE TU MISERICORDIA.
Oración de santo Tomás de Villanueva
Oración de santo Tomás de Villanueva
Cantaré siempre las
misericordias de Yavé (Ps. 88,1) Las cantaré en este mundo y las cantaré en la eternidad,
cuando las haya experimentado plenamente. Hoy, canto y temo, entonces mi
corazón cantará y no callará, sin temor a tristeza alguna. Ya no hablaré en mis
cánticos de mi santidad ni de mis méritos, que habré enterrado en el olvido,
sino solo de la misericordia que tuviste conmigo desde el principio. Entre
tantas criaturas que no quisiste sacar de la nada, me elegiste a mí para darme
el ser; iluminaste mi alma con la luz de la fe, la lavaste con las aguas del
bautismo y después decidiste enseñarme los secretos de tu ley y misterios. Colócateme,
Señor entre tus hijos y más tarde entre tus sacerdotes, y lo que es más, entre los
que confían cantar tu gloria en el cielo. Vivía yo cubierto de pecados, era
abominable a tus ojos, y te portaste conmigo como si no lo advirtieras. Y ¿por
qué motivo? No puedo encontrar otro sino el de tu infinita bondad, que los ha
disimulado primero, para perdonarlos después. Más todavía me diste gracias que
superaron cualquier delito (Is. 40,2), porque en donde abundo éste, sobreabundo la gracia (Rom. 5,20)
Luchaba yo contra ti, y tú añadías bondad sobre bondad,
misericordia sobre misericordia, mientras yo iba sumando malicias a malicias,
pecados a pecados. Mi corazón se endurecía, mis ojos cegabanse, hacías brillar
tu gloria delante de mí, y yo los apartaba para no verla; me llamabas y volvía
los oídos, y tu Señor, no te irritabas. ¡Me has vencido! ¡Si, me has vencido
por fin! ¡Has sido más fuerte que yo! Derrotado, te bendigo y glorifico tu
nombre. Rindo mis armas, vencedor mío, y las coloco entre tus manos.