Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: El 11 de agosto de 1253
entregaba su alma a Dios, Santa Clara de Asís, virgen,
que, primero rodaje de las Damas Pobres de la Orden de los Frailes Menores,
siguió a San Francisco, lo que le condujo a llevar
una vida muy dura en Asís, en Umbría, pero que estuvo rica en obras de caridad
y misericordia; fue gran amante de la pobreza, y de la que nunca se apartaría,
ni siquiera en la extrema pobreza y la enfermedad.
Con algunos de sus consejos meditamos el rosario de hoy.
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración
de Jesús en el Huerto
“Procura
meditar continuamente los misterios de la cruz y los dolores de la Madre que
está de pie junto a la cruz. Ora y vela siempre .Y la obra que has comenzado
bien, llévala a cabo con empeño, y cumple el ministerio que has asumido en
santa pobreza y en humildad sincera”.
2. La
flagelación de Jesús atado a la columna.
“Breve
es aquí nuestro trabajo, la recompensa, en cambio, eterna; que no te confunda
el estrépito del mundo que huye como una sombra; que no te hagan perder el
juicio los vanos fantasmas de este siglo falaz; cierra los oídos a los silbidos
del infierno y, fuerte, quebranta sus embestidas; soporta de buen grado los
males adversos, y que los bienes prósperos no te ensoberbezcan: pues estos
piden fe, y aquellos la exigen; cumple con fidelidad lo que has prometido a
Dios, y Él te retribuirá.”
3. La
coronación de espinas
“Por
consiguiente, si hemos entrado por el camino del Señor, guardémonos de
apartarnos nunca en lo más mínimo de él por nuestra culpa e ignorancia, para
que no hagamos injuria a tan gran Señor y a su Madre la Virgen.”
4. Nuestro
Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“Son
estrechos el camino y la senda, y es angosta la puerta por la que se va y se
entra en la vida, son pocos los que caminan y entran por ella; y si hay algunos
que durante un cierto tiempo caminan por la misma, son poquísimos los que
perseveran en ella”.
5. La
crucifixión y muerte del Señor
“Considera
la humildad, al menos la bienaventurada pobreza, los innumerables trabajos y
penalidades que soportó por la redención del género humano. Y al final del
mismo espejo, contempla la inefable caridad, por la que quiso padecer en el
árbol de la cruz y morir en el mismo del género de muerte más ignominioso de
todos. (…) Por eso, el mismo espejo, puesto en el árbol de la cruz, advertía a
los transeúntes lo que se tenía que considerar aquí, diciendo: ¡Oh vosotros, todos
los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante a mi dolor!
(Lam 1,12); respondamos, digo, a una sola voz, con un solo espíritu, a quien
clama y se lamenta con gemidos: ¡Me acordaré en mi memoria, y mi alma se
consumirá dentro de mí! (Lam 3,20).”