DÍA 5 DE MAYO
[Después de recitar el santo rosario
y las letanías, se da comienzo al piadoso ejercicio del mes de mayo, con algún
canto introductorio como “Venid y vamos todos”.]
INVOCACIONES
INICIALES
A
LA VIRGEN MARÍA, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA
Te saludamos, Virgen María, Reina clemente que, habiendo experimentado
la misericordia del Padre de un modo
único y privilegiado, acoges a todos los que en ti se refugian y los escuchas
cuando te invocan. Avemaría y Gloria
Te saludamos, Virgen María, Madre de la misericordia, atenta
siempre a los ruegos de tus hijos, para impetrar indulgencia y obtenerles el
perdón de los pecados. Avemaría y Gloria
Te saludamos, Virgen María, dispensadora del amor divino, que ruegas incesantemente a tu Hijo por
nosotros, para que su gracia enriquezca nuestra pobreza y su poder fortalezca
nuestra debilidad. Avemaría y Gloria
DÍA 5 DE
MAYO
[Después se lee lo
propio para cada día del mes]
Virgen María, san
Bernardo te llama “robadora de los corazones”. Dice que con tu belleza y con tu
bondad andas robando los corazones. Roba, te lo pido, este corazón mío y toda
mi voluntad. Yo te la entrego. Unida a la tuya, dásela a Dios.
Jaculatoria: Madre amabilísima,
ruega por mí.
ORACIÓN PARA FINALIZAR LA
VISITA DIARIA
¡Inmaculada Virgen y Madre mía santísima! A ti, que eres la
“Madre de mi Señor”, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio
de los pecadores, acudo en este día yo que soy el más necesitado de todos. Te
alabo, Madre de Dios y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has
hecho, especialmente la de haberme librado del infierno que tantas veces he
merecido. Te amo, Señora y Madre mía, y
por el amor que te tengo te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible
para que seas también amada de los demás. En ti pongo mi esperanza y mi eterna
salvación. Madre de misericordia,
acéptame por tu hijo y acógeme bajo tu manto, y ya que eres tan poderosa ante
Dios, líbrame de las tentaciones y dame fuerza para vencerlas hasta la muerte.
Te pido el verdadero amor a Jesucristo. De ti espero la gracia de una buena
muerte. Madre mía, por el amor que
tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes, pero mucho más en el último
momento de mi vida. No me desampares mientras no me veas a tu lado en el cielo,
bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad. Amén. [Se puede terminar con alguna oración popular a la Virgen como
la Salve, Oh Señora mía, Bendita sea tu pureza, etc, o un canto apropiado.]